Día Mundial de las Telecomunicaciones 1998 |
May 4, 1998 |
Para entender la revolución
El siguiente artículo, firmado por Pekka Tarjanne, Secretario General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones, nos explica por qué es necesario reformar el sistema de compartición de costos de las llamadas internacionales y por qué hay que prestar especial atención a las necesidades de los países en desarrollo.
En el Foro Mundial de Política de las Telecomunicaciones celebrado en marzo, los Miembros de la UIT apoyaron con gran entusiasmo los esfuerzos para reemplazar el sistema de tasas de distribución de las llamadas internacionales establecido hace mucho tiempo y allanaron el camino al desarrollo de nuevos medios para establecer el pago del tráfico internacional de telecomunicaciones más adecuados al entorno rápidamente cambiante.
Con el régimen anterior, en el que normalmente los monopolios acordaban bilateralmente un precio para sus llamadas y compartían los gastos 50/50, el sistema funcionaba relativamente bien. En muchos casos, ni siquiera había necesidad de hacer desembolsos importantes, puesto que el tráfico entre los dos países era equilibrado, visto que cada uno recibía y enviaba más o menos la misma cantidad de llamadas.
No obstante, la situación empezó a cambiar en la década de los ochenta. Algunos países comenzaron a desregular el mercado, a privatizar las empresas públicas de telecomunicaciones, y el balance del tráfico por ciertas rutas se volvió muy inestable debido a la aparición de servicios como el call-back y a las políticas muy competitivas aplicadas por algunos operadores, especialmente en los Estados Unidos.
Esto, junto a los cambios tecnológicos, y en estos últimos tiempos el desarrollo de nuevas tecnologías que no utilizan la red telefónica pública conmutada, como la telefonía por Internet, vienen ejerciendo una enorme presión sobre el antiguo principio de compartición de costos de las llamadas internacionales entre el operador de origen y el operador del país extranjero en el que éstas terminan.
Reconociendo que se estaban produciendo cambios fundamentales en el entorno mundial de las telecomunicaciones, la Unión Internacional de Telecomunicaciones comenzó a abordar la necesidad de adoptar tasas de distribución orientadas a los costos por intermedio de la Comisión de Estudio 3 del UIT-T, que se encarga de los principios de tarificación y contabilidad. La labor de esta Comisión, y la de otros emprendimientos de la UIT, como los coloquios de reglamentación, han permitido identificar posibles soluciones al problema de conseguir un sistema de tasas de distribución equitativo que refleje mejor los costos de prestación del servicio. Sin embargo, hasta hace muy poco, los progresos para definir un nuevo sistema capaz de reemplazar la estructura antigua han sido muy lentos.
Es por esta razón, y por las amplias repercusiones previstas para el acuerdo de la Organización Mundial de Comercio concluido el año pasado sobre el comercio de las telecomunicaciones básicas, que la UIT convocó su Segundo Foro Mundial de Política de las Telecomunicaciones en Ginebra, en marzo del corriente. En esta manifestación, que atrajo a más de 700 delegados de casi 120 países, si bien no se consensuó un nuevo sistema que se adapte mejor al entorno cambiante de las telecomunicaciones, al menos sí se insistió unánimemente en la urgencia de formular una estrategia. El resultado fue un acuerdo, incluido en la Opinión C, de que la UIT concluya acuerdos de transición a fin de este año, que podrían entrar en vigor tan pronto como enero de 1999. En estas disposiciones se tendrá especialmente en cuenta las necesidades particulares de los países en desarrollo, muchos de los cuales temen perder una fuente muy importante de divisas al perder los ingresos correspondientes a la liquidación de las cuentas internacionales.
La estructura de ese sistema de transición no ha quedado clara. Hay un abanico de opciones, en las que cabe mencionar un sistema de tasas de terminación por el que una prestadora aplica una única tasa a cualquier relación de origen/destino para terminar una llamada; un sencillo sistema de percepción íntegra en origen, por el que la prestadora de origen se queda con toda la tasa correspondiente a la llamada; y un sistema más complejo compuesto por tasas diferentes para diferentes clases de operador, en reconocimiento de que ciertos operadores se ven obligados a aplicar tasas más elevadas para el tráfico internacional.
No cabe duda de que el temor que manifiestan muchos operadores del mundo en desarrollo es legítimo ante los grandes cambios que se vienen produciendo en las tasas de distribución para las llamadas internacionales. A las naciones en desarrollo, especialmente las que no tienen una moneda convertible y cuyos nivel de comercio internacional e ingresos per capita son bajos, les resultará difícil mantener la red y ejecutar los programas de expansión si, de repente, se quedan sin las divisas que proporcionan las liquidaciones internacionales. Al caer los precios, se espera estimular la demanda de servicios, lo que ejerce presión sobre la capacidad de red. Para tratar de satisfacer esta nueva demanda, los operadores necesitarán importar más equipos de telecomunicación, pero esos ingresos añadidos, en moneda local no convertible, no serán de mucha ayuda.
Es posible que la tendencia actual hacia déficits comerciales por equipos de telecomunicaciones cada vez mayores en los países en desarrollo se exacerbe o empeore la ya de por sí difícil deuda nacional. Además, este nuevo equilibrio tarifario ejercerá presión en esos operadores, que se verán obligados a aumentar el precio de la llamada local, lo que significa otro efecto negativo, ya que impedirá aún más que la población local tenga acceso fácil y asequible a las comunicaciones. La UIT, de la que son Miembros muchos de estos países, sabe que hay que moverse con pies de plomo en el terreno de los nuevos acuerdos, para conseguir que todos los operadores puedan mantener los niveles de servicio y compromisos de crecimiento de red actuales durante la fase de transición hacia un nuevo sistema basado en los costos.
Cualquiera que sea el nuevo método que se elija, se tiene la impresión de que las tasas de distribución orientadas a los costos son beneficiosas para el consumidor. Los costos de la capacidad internacional de las redes de telecomunicación siguen disminuyendo, especialmente gracias a los cables de fibra óptica de gran capacidad, y el precio de las llamadas internacionales también deberá disminuir dramáticamente, hasta alcanzar el precio de una llamada nacional común. Para los usuarios, esto significa que no habrá mucha diferencia entre operar comercialmente con una empresa extranjera o local, lo que estimulará aún más la globalización de los mercados mundiales y ayudará a crear la "ciudad global" soñada por Marshall McLuhan a mediados de los 60.
Es obvio que los grandes operadores no entregarán sin resistencia los enormes beneficios que obtienen actualmente de la telefonía internacional. Muchas prestadoras cobran la llamada internacional 10 veces más que la llamada nacional, aunque sus gastos para prestar ambos servicios no sean muy diferentes. Pero las nuevas tecnologías, como la telefonía por Internet, que permite hablar por teléfono a precios irrisorios virtualmente independientes de la distancia, y la aparición de nuevos operadores en los mercados liberalizados del mundo, significa que no se tardará mucho en forzar el antiguo régimen a que ajuste las tarifas internacionales a los costos reales o asuma el riesgo de desaparecer del mercado.
Para la UIT, uno de cuyos objetivos es "el establecimiento de tarifas al nivel mínimo compatible con un servicio de buena calidad", esta revolución del sistema de tasas de distribución internacionales sólo puede ser positiva.
Como siempre, la UIT trabajará para conseguir una transición equitativa, especialmente para los países en desarrollo, a los que sin duda el nuevo sistema de tarificación afectará en mayor grado.
Es preciso otorgarles una consideración especial para no aislar aún más a poblaciones que ya se ven forzadas a sobrevivir con muy escasos recursos de telecomunicación. Pero a largo plazo, y si se tienen en cuenta todos los intereses, quienes se beneficiarán serán los consumidores, incluidos los de los países en desarrollo.
El abaratamiento de las llamadas internacionales conllevará un aumento y expansión de las actividades y oportunidades comerciales, y una mejor comunicación entre las familias y los amigos separados por la distancia.
Resulta muy difícil encontrar argumentos para negar las ventajas que estos cambios añadirán a la calidad de vida de todas las poblaciones.
Pekka Tarjanne