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El 17 de mayo de cada año celebra la Unión Internacional de Telecomunicaciones el Día Mundial de las Telecomunicaciones para conmemorar su fundación en París en 1865. Este año, el tema que hemos elegido para tal evento, Telecomunicaciones y asistencia humanitaria, tiene en mi opinión un gran significado, tanto por el reconocimiento que hace de la parte importante que ha representado nuestro trabajo en las operaciones de ayuda en caso de emergencia en el pasado como al considerar los beneficios que los nuevos tipos de tecnologías de las telecomunicaciones podrían ofrecer en el futuro. Casi desde los primeros días, las telecomunicaciones han desempeñado una importante función en el socorro aportado en caso de desastre. La posibilidad de comunicar a larga distancia, facilitada inicialmente por el telégrafo y más tarde por la invención del teléfono y el desarrollo de las telecomunicaciones, hizo de las telecomunicaciones el instrumento ideal a utilizar en situaciones de emergencia, tanto para aportar ayuda a quienes de una u otra manera se veían afectados por las mismas como para difundir la información al respecto por todo el mundo. Quizá el ejemplo típico al respecto sea el de los acontecimientos que rodearon el hundimiento del Titanic el 14 de abril de 1912. La tecnología de la radiocomunicación sirvió para solicitar ayuda a los barcos cercanos California y Carpathia, que pudieron así contribuir al salvamento. Es triste reconocer que probablemente se podrían haber salvado muchas más vidas si otros barcos situados en las proximidades hubieran estado equipados con sistemas de radiocomunicación. En aquellas circunstancias, permanecieron ignorantes de la tragedia que se desarrollaba cerca de ellos aquella noche, y unas mil quinientas personas perdieron la vida. La repercusión del desastre del Titanic en las comunicaciones marítimas fue enorme. Aquel mismo año se adoptó el primer Convenio Internacional para la seguridad de la vida humana en el mar y, más adelante, se modificó el Reglamento de Radiocomunicaciones para incluir requisitos operativos obligatorios y disposiciones sobre comunicaciones para socorro marítimo. Al mismo tiempo se asignó a la UIT el papel de vigilante de la aplicación correcta de los procedimientos de seguridad marítima. La importancia de las radiocomunicaciones en la seguridad marítima no ha disminuido y esta tecnología desempeña también una función vital en las operaciones de socorro en caso de emergencia en tierra. Todos los años, equipos de trabajadores sobre el terreno especializados, procedentes de una amplia gama de organizaciones de ayuda nacionales e internacionales, trabajan incansablemente para mitigar el sufrimiento de quienes se ven atrapados por catástrofes naturales o provocadas por el hombre. Y la principal ayuda en muchas de estas operaciones siguen siendo los mensajes recibidos y transmitidos por sistemas de radiocomunicación sencillos. Tal es el caso sobre todo en aquellas zonas cuya infraestructura telefónica es deficiente o poco fiable, por ejemplo, en regiones geográficamente distantes o en los países en desarrollo. La contribución aportada por el servicio de radioaficionados durante años, en particular, ha sido impagable, al proporcionar, como lo ha hecho, una red mundial de radiocomunicaciones descentralizadas gestionada por operadores muy competentes. La introducción planificada de una licencia de radioaficionado de la Unión Internacional de Telecomunicaciones por la Unión Internacional de Radioaficionados facilitará más aún la asistencia internacional durante las operaciones de socorro humanitario. En la actualidad, gracias al rapidísimo desarrollo de la telefonía móvil, se dispone también de nuevos sistemas de comunicación con las personas afectadas por una catástrofe o que trabajan en la zona del desastre. Si bien esos nuevos sistemas nunca sustituirán a la radio en determinadas situaciones, los teléfonos móviles se han hecho indispensables como medio de hacer llegar información a las víctimas. Además, son unos instrumentos de valor inestimable para las personas que trabajan en tareas de socorro, que pueden así coordinar las actividades de equipo mientras se hallan en el terreno y movilizar rápidamente acciones de emergencia, por ejemplo, evacuaciones. La capacidad de proporcionar comunicaciones sobre la marcha y de facilitar la continuidad de las mismas cuando se produzcan daños localizados en la red telefónica tradicional, ha hecho de la tecnología de las telecomunicaciones un gran instrumento de trabajo en materia de ayuda humanitaria. Pero incluso los sistemas de telefonía móvil tampoco sirven cuando se produzca un daño generalizado de la red telefónica, lo que puede ocurrir tras una catástrofe natural, por ejemplo un ciclón o un terremoto, o una catástrofe provocada por el hombre, por ejemplo una guerra. Para hacer frente a crisis como ésas, habrá que orientarse muy probablemente en el próximo futuro hacia una nueva generación de sistemas de telecomunicaciones basados en constelaciones de satélites en órbita baja y media. Está previsto lanzar varios de estos nuevos sistemas durante los próximos cinco años aproximadamente; en ellos se ha depositado la esperanza de una telefonía móvil mundial continua, independiente de la ubicación del usuario y de la existencia o no de una infraestructura de telecomunicaciones terrestre. Cuando estén plenamente desarrollados, podrían constituir un gran recurso a utilizar en el esfuerzo de salvar vidas y aliviar el sufrimiento de quienes se ven afectados por catástrofes de gran magnitud. La importancia de los sistemas de telecomunicaciones en materia de socorro en caso de catástrofe, así como la utilidad de los nuevos tipos de tecnologías de las telecomunicaciones para aviso y prevención de catástrofes, fue reconocida por la Conferencia de Plenipotenciarios de la UIT celebrada en Kyoto en 1994. La Conferencia adoptó una Resolución especial en la que se recomienda el establecimiento de un Convenio Internacional, uno de cuyos objetivos es la eliminación de los obstáculos reglamentarios aplicados a los equipos de telecomunicaciones, que pueden a veces entorpecer las operaciones de socorro internacionales. Tengo el placer de comunicar que dicho Convenio fue aprobado por la reunión de 1996 del Consejo de la UIT y se prevé que sea adoptado en una conferencia intergubernamental en el curso del presente año. La UIT, trabajando junto con el Departamento de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, seguirá desempeñando un papel activo en su futura implementación. Lamentablemente hay que admitir que desastres de uno u otro tipo van a seguir afectando a la población de nuestro planeta. Cambios impredecibles y radicales en la climatología, trastornos geológicos e incluso la incapacidad de las personas de vivir en paz con sus vecinos son factores de una magnitud demasiado grande como para estar bajo nuestro control. Pero a mi, en tanto que Secretario General de la UIT, me resulta reconfortante saber que nuestro trabajo en relación con el desarrollo de nuevas tecnologías de las comunicaciones ha recorrido -y va a seguir recorriendo- un gran camino hacia la reducción del impacto que tales sucesos tienen en la vida de las gentes sencillas. Celebremos por tanto el Día Mundial de las Telecomunicaciones de este año con un espíritu de optimismo, reconociendo los grandes logros del pasado y los que están por venir. Las comunicaciones sirven para aproximar a las personas y para que se ayuden entre sí. La asistencia humanitaria incorpora este ideal de las comunicaciones y pienso que el trabajo de la UIT no ha tenido una mejor aplicación durante los últimos 132 años.
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