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¿Está Usted Bien?Estamos en la oficina de Ginebra del Departamento de Asuntos Humanitarios (DAH) de las Naciones Unidas. El funcionario de guardia lee los últimos mensajes por télex del servicio meteorológico: "CICLÓN HOLLANDA POSICIÓN 60 GRADOS ESTE 20 GRADOS SUR PREVISTO ALCANCE COSTA NW MAURICIO EN LAS PRÓXIMAS SEIS HORAS ". El DAH tiene por tarea el seguimiento ininterrumpido de un gran número de diferentes fuentes de información, desde agencias de prensa y medios de información hasta datos científicos y comunicaciones de las oficinas de las Naciones Unidas en todo el mundo, aprovechando todos los recursos que puede hoy ofrecer la tecnología de las telecomunicaciones. Mediante este proceso de vigilancia constante se identifica toda posible necesidad de asistencia humanitaria internacional y los recursos de la comunidad internacional pueden movilizarse a tiempo. En el caso que nos ocupa, el hecho que una violenta tempestad tropical se acercaba a una isla del Océano Índico representaba una seria amenaza a la seguridad, requiriendo inmediata atención. En la oficina del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en Port Louis, la capital de Mauricio, suena el teléfono: la oficina ginebrina del DAH pide detalles sobre la situación. Ésta está controlada: se había emitido un aviso de ciclón de "clase 3", esperándose el mayor impacto del huracán en las horas siguientes. En los últimos años Mauricio ha dedicado importantes esfuerzos a la modernización y mejora de su infraestructura de comunicaciones. Con la ayuda de la Oficina de Desarrollo de las Telecomunicaciones de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), la isla ha hecho grandes progresos y ha instalado una de las redes de telefonía, radiodifusión y televisión más moderna de África. Los equipos modernos han sustituido en gran medida las señales con banderas y enlaces por radio, todavía practicados cuando el ciclón anterior azotó la isla más de diez años antes. El representante del PNUD había llegado apenas a la mitad de su relato confirmando la preparación nacional ante la catástrofe y que el plan de respuesta reduciría al mínimo los peligros para la población, cuando la comunicación telefónica con Ginebra cesó bruscamente: la línea se había cortado. El centro de operaciones del DAH está equipado con diversos instrumentos de comunicación y ahora el funcionario de guardia trata de restablecer la comunicación probando otros números oficiales, privados y de teléfonos móviles, luego por fax y télex y finalmente por Internet, pero sin resultado. Aparentemente, las comunicaciones con la Isla Mauricio están completamente cortadas. A la oficina del DAH en Ginebra llegan los primeros ofrecimientos de asistencia internacional, para el caso en que se necesite. Entretanto, se han podido identificar finalmente los motivos de la interrupción de las comunicaciones: como medida de rutina para evitar los daños que podría causar la tempestad, la gran antena de comunicaciones por satélite de 12 metros de diámetro, que comunica a Mauricio con el resto del mundo, se había abatido transitoriamente a la posición horizontal, para reducir la presión del viento. Antes de efectuar esta operación, los técnicos de Port Louis informaron a sus interlocutores de la estación de satélites en Francia encargada de encaminar todo el tráfico a las redes internacionales. La antena volvería a su posición normal orientada al satélite de telecomunicaciones sobre el Ecuador cuando el ciclón Hollanda hubiera pasado. Sólo entonces podrán restablecerse las conexiones normales de telecomunicación. Los datos meteorológicos disponibles en Ginebra advierten que las repercusiones del ciclón podrían ser graves. Su centro atravesará la costa septentrional de Mauricio y con toda seguridad sus fuertes torbellinos afectarán la mayor parte de la isla. Un equipo internacional de evaluación de catástrofes se pone en estado de alerta, si bien nadie sabe incluso si el aeropuerto de Port Louis está todavía en condiciones de recibir a dicho equipo. Los especialistas examinan los diversos riesgos. Podría ocurrir que un buque con carga peligrosa, como por ejemplo productos químicos para la industria textil, no haya podido zarpar a tiempo y que se produzca un escape de materias tóxicas. ¿Y si los hospitales e instalaciones de primeros auxilios sufren daños? ¿Qué pasaría si las existencias de suministros médicos de la isla o los depósitos de equipos de salvamento sufren daños o se vuelven inaccesibles debido al bloqueo de las carreteras con árboles caídos o desprendimientos de tierra? Cualquiera de estas eventualidades pondría en peligro vidas humanas y sólo una rápida intervención podría salvarlas. Mientras tanto, las noticias acerca de una catástrofe natural de envergadura aún desconocida han llegado a los medios de información en todo el mundo. Entre los más preocupados por las posibles consecuencias del siniestro se encuentran los amigos y familiares de miles de turistas que pasan sus vacaciones en las hermosas playas mauricianas del Océano Índico. La incertidumbre causada por la completa falta de comunicaciones hace la situación más dramática. Semejante situación puede causar a la industria turística a largo plazo perjuicios por lo general mucho mayores que los daños materiales que sufran las instalaciones. Al centro de operaciones del DAH llegan muchas llamadas de gente interesada en la suerte de los turistas pero, careciendo de comunicación, ni siquiera este centro de intercambio de informaciones está en condiciones de ayudarles. Mientras esto ocurre, se exploran todos los medios posibles para establecer una comunicación alternativa: se contactan los centros regionales de control del tráfico aéreo para el África Austral y el Océano Índico, así como las estaciones costeras de la redes de radiocomunicación marítima, avisándose a las redes de los servicios meteorológicos y los servicios diplomáticos. Las estaciones del servicio de radioaficionados, red descentralizada y sumamente flexible de operadores voluntarios especializados en todo el mundo, trabajan sin descanso para captar cualquier estación situada en la isla. Un operador del DAH en Ginebra prueba un número tras otro de una lista de terminales de comunicaciones móviles por satélite registrados en Mauricio. Finalmente, logra comunicarse con una embarcación pesquera, pero la respuesta del capitán no es precisamente lo que más se esperaba: "Nos alegra mucho que nos hayan llamado, nos encontramos a 150 millas al sudoeste de las Maldivas, sin noticias del país. ¿Qué pasa en Mauricio?". Unas horas más tarde, el centro de la tempestad se ha trasladado hacia el Oeste y parecería que lo peor para Mauricio ya ha pasado. Sin embargo, las comunicaciones permanecen cortadas y no se reanudarán sino al cabo de 36 horas. Cuando por fin llegan las primeras informaciones, nos enteramos que el ciclón ha producido serios daños a las infraestructuras de la isla pero que, gracias a un eficaz plan de preparación y a mensajes eficaces radiodifundidos para alertar a la población y aconsejarla sobre lo que era preciso hacer, sólo unas pocas personas han sufrido lesiones. La asistencia internacional no es necesaria. Confirmada la rápida reapertura al tráfico del aeropuerto, la misión de evaluación del DAH de Ginebra inicia su viaje. Sigue no obstante sin aclararse qué ha causado la interrupción total de las comunicaciones durante tanto tiempo. Poco a poco comienzan a verse los problemas. Tras el paso de la tempestad, los técnicos de la estación de telecomunicaciones por satélite intentaron en seguida reposicionar la gran antena. La falta de corriente eléctrica, debida a la interrupción del servicio de todas las centrales por haberse dañado muchas de las líneas de transmisión, pudo superarse gracias al generador diesel de emergencia con que cuenta el centro de telecomunicaciones. La antena volvió a su posición operativa exacta pero, por extraños motivos, no fue posible restablecer la comunicación con el satélite y, por su intermedio, con la estación en Francia. Una inspección más a fondo de la antena desvela los motivos: ramas traídas por el viento de los árboles cercanos habían golpeado la delicada suspensión del elemento central de la antena, el llamado feed horn. La avería sufrida por este elemento haría que la antena no podría alinearse correctamente con el satélite y que no podrían reanudarse las conexiones durante varios días. Antes del ciclón Hollanda, habían pasado más de diez años sin que Mauricio sintiera los efectos de un ciclón. Durante ese tiempo, la isla tuvo la iniciativa de introducir las más modernas tecnologías de telecomunicaciones. Teléfonos celulares proporcionan comunicaciones móviles personales y todas las líneas internacionales están concentradas en un solo enlace por satélite. Como los servicios ofrecidos por las redes públicas satisfacían todas las necesidades de comunicación de la isla, los demás medios de comunicación se consideraron obsoletos o innecesarios. En consecuencia, no hubo licencias para terminales móviles terrestres por satélite y cesaron todas las actividades de mantenimiento de los enlaces de radiocomunicación existentes, como las del servicio meteorológico. La dura lección extraída de este caso tuvo muy pronto un efecto positivo: un mes después, la primera Conferencia Mundial de Desarrollo de las Telecomunicaciones (CMDT-94), organizada por la UIT en Buenos Aires, adoptó por unanimidad la Resolución n°7 sobre las comunicaciones de socorro en situaciones de catástrofe. La Resolución en cuestión invita a los Estados Miembros de la UIT (son actualmente 187) a facilitar el uso de medios apropiados de telecomunicación para la mitigación de catástrofes, la preparación, la prevención y la respuesta a las catástrofes, y a prestar asistencia a los países en desarrollo expuestos a catástrofes naturales en materia de implantación de sistemas de alerta anticipada basados en las telecomunicaciones. Recomienda también la facilitación y el rápido despliegue de las telecomunicaciones para mitigar las catástrofes reduciendo o suprimiendo las barreras reglamentarias y fomentando la cooperación transfronteriza entre Estados. Ese mismo año, la Resolución fue refrendada por unanimidad en la Conferencia de Plenipotenciarios de la UIT celebrada en Kioto. En 1995, se elaboró un proyecto de Convenio Internacional sobre el suministro de recursos de telecomunicaciones para la mitigación de catástrofes y las operaciones de socorro en caso de catástrofe. El proyecto se someterá a la aprobación de una conferencia intergubernamental a comienzos de 1998, en Ginebra. El aprovechamiento óptimo de todos los medios disponibles de telecomunicaciones es indispensable para una preparación eficaz ante las catástrofes. La centralización de las redes modernas trae consigo un aumento de su vulnerabilidad: los daños causados a una sola pieza de los equipos consiguieron aislar completamente a Mauricio durante el periodo de tiempo más crítico, inmediatamente después del impacto del huracán. En este caso, la existencia de un excelente plan nacional de preparación, la estricta aplicación de un código estructural que contempla todos los efectos de los ciclones y finalmente, el hecho no menos importante de que el ciclón sólo afectó una parte de la isla, todo ello evitó que la interrupción de las comunicaciones tuviera trágicas consecuencias. Es importante recordar que la red de telecomunicaciones de la que todos dependemos, sin darnos cuenta, es una estructura frágil. Las capacidades de comunicaciones que damos por aseguradas a diario pueden perderse en cuestión de minutos durante una catástrofe. La utilización más eficaz de las tecnologías existentes, que será fomentada por el nuevo Convenio, así como la implantación de nuevas tecnologías, como los teléfonos móviles basados en la utilización de satélites, tienen un potencial enorme para mejorar la respuesta a las catástrofes y salvar muchas vidas. Las tecnologías de las telecomunicaciones pueden desempeñar un papel vital en la preparación contra las catástrofes transmitiendo los mensajes que han de radiodifundirse por radio y televisión, alertando a la población antes de que la catástrofe golpee y dando consejos claros sobre lo que podría hacerse. Un plan eficaz contra las catástrofes, combinado con la utilización más eficaz de las telecomunicaciones, ayudará a minimizar el impacto de las catástrofes naturales, facilitar la ayuda a las víctimas y a que las naciones se repongan lo más pronto posible. |
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