La sociedad de la información al servicio del
desarrollo
La revolución de las tecnologías de la información y
la comunicación (TIC) no se distingue de las anteriores revoluciones tecnológicas
que ocasionaron cambios profundos en la economía y la sociedad. La máquina de
vapor, el ferrocarril y la utilización de la electricidad en la industria
pusieron fin a sectores completos de actividad, crearon nuevas industrias y
nuevos servicios y, sobre todo, dieron lugar a que las empresas trabajaran de
otra manera y con mayor eficacia. Estas transformaciones, y la mejora del nivel
de vida derivada de ellas, han sido siempre el resultado del incremento de
productividad para cuya difusión fue necesario que transcurrieran numerosos años,
incluso decenios, en los países en que las innovaciones se aplicaron por
primera vez y luego, progresivamente, en el resto del mundo. La repercusión de
las tecnologías de la información e Internet será mayor puesto que pueden
aplicarse a la mayoría de los aspectos de la producción, la distribución y el
consumo.
¿En qué medida las TIC e
Internet transformarán los distintos sectores de la economía de los países en
desarrollo?
1. La sociedad de la información representa un cierto número de
oportunidades para los países en desarrollo. Entre
ellas citaremos las siguientes:
- el dinamismo del tejido económico y social debido a
la introducción de prácticas de red y a la flexibilidad como factor de
movilidad e innovación;
- las TIC ofrecen a las empresas una importante
posibilidad de crecimiento económico dado que se benefician de la reducción
de los costos de las transacciones y las externalidades positivas derivadas
de la creación de servicios compartidos y de circuitos cortos;
- el mejoramiento de la calidad de vida gracias a las
posibilidades de organización del tiempo y localización del trabajo;
- el desarrollo y la aceleración de los intercambios
que permiten un enriquecimiento mutuo de conocimientos y competencias;
- la creación o el reforzamiento de ámbitos de
crecimiento que generan valor añadido en los sectores de las telecomunicaciones
y la informática, y en otras esferas como el transporte, las finanzas, la
distribución, la formación, la medicina, los medios de comunicación,
etc.;
- la creación de nuevos
puestos de trabajo calificados y, en especial, el surgimiento de nuevas
profesiones y nuevos conocimientos en esferas aún desconocidas.
2.
Las exigencias de la
sociedad de la información
Es evidente que un enfoque
optimista de las oportunidades que brinda la sociedad de la información depende
de las condiciones de aplicación, que no siempre se reúnen en los países en
desarrollo. Para poner en práctica esas economías, será necesario hacer
inversiones en el sector de las telecomunicaciones, vehículo de la nueva economía
y, además, transformar la organización y la cultura empresariales. No cabe
duda que se necesitará tiempo. Es importante pues que, con miras a reducir los
esfuerzos de orden financiero e impulsar la adhesión general a los cambios, los
países en desarrollo definan las esferas prioritarias en las que pueden obtener
resultados con mayor rapidez.
En ciertos sectores de la economía,
la evolución será más progresiva y estará vinculada esencialmente a la
disminución de los costos de transacción. La industria manufacturera y el
comercio minorista son dos ejemplos de sectores en los que se prevén
transformaciones profundas. Las ventajas del comercio (reducción de los gastos
en concepto de adquisiciones, aceleración de la acumulación, difusión y
aplicación de conocimientos, gestión más eficaz de la relación con el
cliente y otras) pueden reflejarse en ahorros importantes.
En el marco de una estrategia de
inversión, ni las computadoras ni Internet por sí solas pueden incrementar
considerablemente la productividad de un país o de una empresa. La implantación
de las TIC supone incrementos de productividad únicamente si se explotan todas
las posibilidades para mejorar la eficacia de las actividades relacionadas tanto
con la producción y comercialización como con el entorno institucional. Por
tanto, el comercio electrónico sólo constituirá un motor de desarrollo si las
inversiones en la infraestructura y los equipos así como la valorización de
los recursos humanos van acompañadas de una modificación profunda de la
organización y gestión de las empresas y, en la medida en que inciden en la
eficacia de éstas, de los organismos públicos. En
especial, es imprescindible transformar la distribución de las competencias y
atribuciones en el sector público y el sector privado.
En la economía digital, el
flujo de información es más rápido y más difuso que en las organizaciones
tradicionales. Esto supone una descentralización de la adopción de decisiones
y es necesario que los trabajadores estén en condiciones de realizar un abanico
más amplio de tareas, y facultados para hacerlo.
En general, las repercusiones de
Internet en numerosos sectores esenciales de la producción en los países en
desarrollo dependerán no sólo de las profundas transformaciones estructurales
que las empresas y sus clientes estén dispuestos a aceptar, sino también de
las relaciones que establezcan entre la información y los aspectos materiales
de sus actividades. Por ejemplo, serán vanos los esfuerzos desplegados por los
países en desarrollo para adoptar el comercio electrónico si los productos
suministrados deben esperar varias semanas en un depósito antes de pagar los
derechos de aduana o si no están conformes a las normas debido a una mano de
obra insuficientemente calificada.
Aunque las TIC pueden contribuir
a la diversificación de ciertos sectores, también pueden plantearse problemas
de carácter técnico o jurídico. Por ejemplo, la confidencialidad puede ser
una preocupación importante para posibles clientes de ciertos proveedores de
servicios profesionales; la explotación comercial de productos digitales
(libros o música) exige una eficaz protección de los derechos de propiedad
intelectual. Además, para el desarrollo de estos servicios de esparcimiento en
línea será indispensable la disponibilidad de un acceso a Internet de alta
velocidad.
Como es natural, los cambios que
es necesario introducir en las prácticas comerciales para sacar la máxima
utilidad de las posibilidades de Internet no atañen únicamente a la organización
interna de las empresas. Éstas deben velar por la compatibilidad de las normas
técnicas y los modos de funcionamiento y aprender a compartir la información
con otras empresas. Los efectos de las redes sobre Internet pueden también
ofrecer nuevas posibilidades de cooperación y de establecer alianzas estratégicas
entre empresas.
En conclusión, podrá lograrse
el crecimiento económico y la mejora del nivel de vida a medida que el aumento
de la eficacia gracias a la implantación de las TIC se extienda hasta alcanzar
el tejido productivo de los países en desarrollo. De hecho, debido precisamente
a que la revolución de Internet no incumbe únicamente a los sectores de altas
tecnologías sino a toda la organización de la vida económica, sus efectos
positivos incidirán más rápidamente en la mayoría de los sectores de la
economía y los países en desarrollo tienen mejores posibilidades de sacar
provecho de ella con mayor rapidez que en las anteriores revoluciones tecnológicas.
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