Cómo sacar partido de una tormenta

Visión de Nikola Tesla sobre el futuro

Energía alternativa

Tras instalarse en los Estados Unidos en 1884, Tesla trabajó primero con Thomas Edison. Debido a la diferencia de perspectivas entre ambos, finalmente Tesla renunció. Uno de sus principales desacuerdos consistía en determinar cuál era el tipo de corriente eléctrica más conveniente para alimentar los inventos modernos. Tesla veía las ventajas de la corriente alterna (c.a.) en tanto que Edison consideraba que la corriente continua (c.c.) era la más apropiada. Aunque Tesla siguió utilizando la c.a. en el primer motor eléctrico a inducción del mundo, que patentó en 1888, su verdadero interés se centraba en la transmisión por ondas electromagnéticas sin cable.

Energía radiante

Un punto esencial de los trabajos de Tesla consistía en investigar de qué manera generar electricidad de muy alta tensión y frecuencias muy elevadas. En 1891, patentó un alternador para crear corriente a unos 10.000 Hz. Este aparato fue también uno de los primeros en producir, de modo fiable, frecuencias radioeléctricas de onda larga. En 1892, Tesla hizo una demostración en Londres de un dispositivo que transmitía señales radioeléctricas. Aunque el objetivo fundamental de esa tecnología apuntaba a disponer de un sistema de transmisión de electricidad inalámbrico, Tesla observó que podía tener otra aplicación, es decir, enviar información sin necesidad de utilizar cables. Al año siguiente, hizo demostraciones similares en los Estados Unidos y, en 1897, registró en ese país una patente para un sistema de transmisión de energía eléctrica. En ella indicaba que “el aparato que presento tendrá sin duda otros numerosos usos de interés como, por ejemplo, la transmisión de mensajes inteligibles a grandes distancias”. Pese a que entre 1904 y 1943 se atribuyó a Guglielmo Marconi, la patente estadounidense de la invención de la radio pertenece a Tesla.

En los trabajos de Tesla también puede situarse el origen de la robótica. En 1898, el científico hizo una demostración en el Madison Square Garden de Nueva York del primer dispositivo del mundo dirigido por control remoto sin cables, una pequeña embarcación de 1,2 metros que llamó teleautomaton. Tesla previó que “el arte del control automático a distancia (teleautomatics)” continuaría hasta “dar lugar a una revolución en numerosos departamentos comerciales e industriales”.

Rayos de laboratorio

Siguiendo sus estudios sobre la electricidad de alta tensión y su transmisión, en 1899 Tesla abrió un laboratorio en Colorado Springs, Colorado (Estados Unidos). Construyó allí una versión todavía más importante del aparato en el que había estado trabajando: un transformador de alta frecuencia con núcleo de aire de corriente alterna de alta tensión. Tenía un diámetro de más de 16 metros y se decía que podía generar 300.000 vatios de potencia y despedir un rayo artificial de unos 40 metros de longitud.

Conocida hoy, en su homenaje, como bobina Tesla, el científico lo llamó “amplificador”. Su aspecto revolucionario consistía en una bobina de dos hilos que podía almacenar tanta energía como una bobina tradicional de un solo hilo. Además, Tesla incorporó un resonador helicoidal conocido como bobina adicional. Se decía que en los experimentos que realizó en Colorado Springs, Tesla llegó a transmitir unos 40.000 vatios de electricidad sin hilos. El amplificador era también un oscilador de frecuencias radioeléctricas y utilizaba los mismos principios que los transmisores radioeléctricos modernos.

Comunicaciones inalámbricas en todo el mundo

Tesla aspiraba a aprovechar la inmensa fuerza eléctrica de las capas superiores de la atmósfera, o parte de lo que él llamaba “energía cósmica”. Con su técnica inalámbrica, todas las viviendas (hasta las situadas en zonas aisladas) podían recibir electricidad a larga distancia mediante un método de ondas de tierra, por medio de una antena esférica instalada en cada techo. Y con su amplificador, Tesla planeaba no sólo enviar electricidad sin hilos sino también construir un sistema de transmisores que permitiera la transmisión inalámbrica de información en todo el mundo.

En Wardenclyffe, Long Island, Nueva York (Estados Unidos), gracias al apoyo del financiero J.P. Morgan, comenzó en 1901 un proyecto para construir la primera de estas estructuras. Tesla quería que en ese complejo se construyeran laboratorios de investigación, fábricas de equipos y viviendas para más de 2.000 trabajadores. El científico imaginaba que finalmente Wardenclyffe podría facilitar un sistema mundial de navegación, comunicaciones inalámbricas fiables y un servicio mundial de radiodifusión. Lamentablemente, los costos necesarios para el edificio fueron subestimados y el proyecto no pudo concluirse debido a la falta de apoyo financiero. En 1905, las instalaciones fueron clausuradas.

Los rayos de la muerte y la paz mundial

Tesla consideraba además el tipo de torre que se había construido en Wardenclyffe como el origen de un haz de partículas macroscópico, que llamó telefuerza. No deja de ser una ironía que algunos observadores lo hayan denominado “rayo de la muerte” ya que, según la terminología de Tesla, se trataba de un “rayo de la paz” que contribuiría a poner fin a la guerra. La idea de Tesla era que sirviera de escudo, disuadiendo a los atacantes.

Tesla murió, en la pobreza y la soledad, a los 86 años. Con este artículo se echa apenas una ojeada a la vida de un hombre complejo que registró patentes para muchos inventos importantes. Creó, por ejemplo, un sistema que integraba lo que ahora llamamos puertas lógicas en circuitos informáticos. La idea afín de dividir las señales en segmentos separados es el fundamento de los sistemas modernos de ciberseguridad. Pero realmente lo que fascinaba a Tesla era la electricidad. Como “hijo de la tormenta” que era, aprovechó verdaderamente la energía contenida en un rayo y trató de hacer realidad su visión de un mundo conectado y de libre alimenta