La Comisión Maitland acuñó la expresión “eslabón perdido” para destacar la
carencia de infraestructura de telecomunicaciones en los países en desarrollo.
En la fase inicial de sus trabajos, la Comisión concluyó por unanimidad que no
podía tolerarse el flagrante y creciente desequilibrio que afectaba la
distribución de las telecomunicaciones en todo el mundo. Había aproximadamente
600 millones de teléfonos instalados en el mundo y tres cuartas partes de ellos
se concentraban en nueve de los países industrializados más avanzados. El resto
se distribuía de modo irregular en las demás naciones. En El eslabón perdido se
resaltaba la correlación directa entre la disponibilidad de la infraestructura
de telecomunicaciones, el acceso a la misma y el crecimiento económico de un
país. La brecha mencionada caracterizaba todos los aspectos del acceso y el
servicio universal y representaba una disparidad entre los países ricos y los
países pobres, las personas con medios y los menesterosos, y las poblaciones
rurales y urbanas.
Para progresar en este sentido, la Comisión fijó la meta de que para principios
del siglo XXI prácticamente toda la humanidad debía tener a su alcance el
servicio telefónico. ¿Pero qué es lo que debemos entender por “tener a su
alcance”? En las zonas rurales, esta expresión se definió como al menos un
aparato telefónico disponible a una o dos horas de camino a pie para todos en el
año 2000.
Para conseguir la precitada meta, los países desarrollados se centraron en la
expansión de sus redes, redes que ya estaban muy disponibles para los grupos
menos favorecidos de su población, así como en acrecentar la eficiencia de las
redes existentes. Dicho de otro modo, se destacó el servicio universal (lo cual
significaba hasta cierto punto que cada hogar debía disponer de su propio
servicio telefónico; tradicionalmente, un teléfono de línea fija) en detrimento
del acceso. Para los países en desarrollo el Informe sobre El eslabón perdido
supuso centrarse en el acceso universal, y de este modo esforzarse en ofrecer el
acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a un
porcentaje de la población tan alto como fuera posible, aun cuando esto hiciera
necesario compartir el acceso (por ejemplo, mediante teléfonos públicos de
previo pago, cibercafés, instalaciones comunitarias), en lugar de disponer de un
teléfono en cada hogar.
Veinte años después, procede preguntarse qué tanto se ha avanzado en el mundo
para reducir el desequilibrio en materia de acceso a las telecomunicaciones. El
Informe El eslabón perdido versaba sobre la ausencia de infraestructura como
una barrera fundamental que impedía el acceso. Con todo, el debate se ha
ampliado y modificado, ya que hoy se trata de discutir temas tales como la
infraestructura, las aplicaciones y las aptitudes o la formación que requieren
las comunidades para poder beneficiarse de las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación. Hace veinte años, crear infraestructura
significaba transferir la responsabilidad a los operadores de la red telefónica
pública conmutada (RTPC) para que construyeran esas redes. Asimismo, los
usuarios requerían muy poca formación para utilizar un teléfono o simplemente no
había necesidad de ella. El paso de las redes con conmutación de circuitos a las
redes basadas en IP y de las líneas fijas al servicio inalámbrico asociado con
la creación de Internet móvil, ha hecho que las cosas sean muy diferentes en una
sociedad de información.
¿Ponerse al día, pero no con suficiente rapidez?
La UIT sigue regularmente los progresos obtenidos para colmar la brecha digital,
sobre todo en el Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones,
cuya primera edición fue publicada con ocasión del décimo aniversario de la
publicación del Informe de la Comisión Maitland. El avance logrado durante los
últimos veinte años es el siguiente:
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En el momento de la publicación del Informe, en 1985, unas tres mil millones
de personas, esto es, la mitad de la población mundial, vivía en países con una teledensidad (líneas telefónicas por 100 habitantes) menor a la unidad. La
teledensidad promedio mundial era de alrededor de 7. Había menos de un millón de
teléfonos móviles en todo el mundo y sólo unas cuantas decenas de miles de
usuarios conectados a Internet (la World Wide Web no existía aún).
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Actualmente, a mediados de 2005, sólo ocho países, con una población menor a
160 millones o aproximadamente el 2,5% de la población mundial, tienen una teledensidad total (servicio fijo y móvil combinados) menor a la unidad. La
teledensidad total promedio mundial es de aproximadamente 50. Existen cerca de
dos mil millones de teléfonos móviles en todo el mundo y aproximadamente 750
millones de usuarios conectados a Internet.
Si bien éste es un logro considerable, aún existen diferencias enormes en lo que
concierne al acceso a las telecomunicaciones en todo el mundo. Por ejemplo, en
2003, la teledensidad podía ir de 0,3 en Liberia a 173 en Taiwán, China.
En China, donde la teledensidad de línea fija en 1985 era de únicamente 0,3%, se
logró alcanzar el 20,9% en 2003, mientras que la teledensidad de servicio móvil
llegó a 21,5. En India la teledensidad de línea fija aumentó considerablemente,
pasando así de un 0,4% en 1990 a un 4,6% en 2003, mientras que la teledensidad
del servicio se situó en 2,5.
Algunas de las tasas de crecimiento más rápidas se han registrado en África,
región hoy en la que el crecimiento de la economía de telecomunicaciones es el
más acelerado en el mundo. En el momento de la publicación del Informe Maitland,
había sólo 7,1 millones de teléfonos en ese continente. En el Informe se
indicaba que Tokio disponía de más teléfonos que todo el continente africano,
con una población de 500 millones de habitantes en esa época. Ésta ha sido una
de las declaraciones más frecuentemente citadas del Informe. En 2003 el número
de teléfonos de línea fija en África se había triplicado en tanto que el número
de teléfonos móviles había aumentado a más de 50 millones. Y en los primeros
años del siglo XXI se abonaron más usuarios a la red en África que en los
últimos 100 años precedentes.
La reducción de los costos de instalación de las redes móviles y la
liberalización del mercado han permitido una considerable mejora en el acceso a
las telecomunicaciones, incluidas las comunidades rurales y distantes. Hay que
señalar, igualmente, que las dos principales tendencias del mercado que han
caracterizado el panorama de las TIC en los últimos veinte años —el crecimiento
de las comunicaciones móviles y la red de Internet— no fueron previstas en el
Informe Maitland.
Los interrogantes que suscita la brecha digital
Como las TIC se han convertido en el eje de la economía de la información
mundial, el “eslabón perdido” de Maitland ha pasado de ser un desnivel de
servicio vocal en banda estrecha a convertirse en un nuevo “eslabón perdido”, a
saber, la “brecha digital”. Una de las primeras referencias a este término
apareció en los Estados Unidos en 1998 cuando la Administración Nacional de
Telecomunicaciones e Información publicó el documento titulado Falling through
the Net II: New Data on the Digital Divide. En este Informe se introdujo el
término “brecha digital” para destacar la división desigual de las TIC entre los
diferentes grupos socioeconómicos en el país. El Informe exponía las principales
diferencias en cuanto a la disponibilidad de teléfono, computador e Internet en
los hogares en términos de ingreso, edad, emplazamiento y nivel educativo.
Brecha entre los países desarrollados y las naciones en desarrollo
Las diferencias entre los países desarrollados y en desarrollo pueden
considerarse en función del nivel de penetración de los diferentes servicios TIC
(teléfono, teléfono móvil, Internet) y del computador personal. Como se ilustra
en el gráfico ese desnivel entre los países desarrollados y en
desarrollo se ha reducido considerablemente debido al crecimiento enorme de las
tecnologías móviles y del número de usuarios de Internet en todo el mundo. Ahora
bien, habida cuenta de que más del 80% de la población mundial vive en el mundo
en desarrollo (véase el mapa), aún queda un largo camino por recorrer para poder
reducir dicha brecha.
Supongamos que las poblaciones nacionales crecieran a ritmos similares y que
pudieran sostenerse las actuales tasas de crecimiento de las TIC. Si ese fuera
el caso, el Informe sobre Internet Móvil, publicado por la UIT, en septiembre de
2004, indica que se requerirían al menos diez años para reducir la brecha
digital. Ahora bien, lo que sucede es que la población de los países en
desarrollo está creciendo más rápido que la de los países desarrollados, y que
en esa población el porcentaje de personas con edades menores a 15 años es muy
elevado.
Brecha entre los países desarrollados y los países en
desarrollo
Número total de líneas fijas, teléfonos móviles, computadores
personales y usuarios conectados a Internet en todo el mundo en 1993, 1998 y
2003 |
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Según el Informe sobre Internet Móvil: “Esto significa que tal vez resulte
necesario que transcurra mucho más tiempo para colmar la brecha digital.
Asimismo, dado que más de 1000 millones de habitantes de países en desarrollo en
todo el mundo viven con menos de 2 USD por día, cantidad que está muy por debajo
del nivel mínimo de ingresos aceptado generalmente y necesario para adquirir y
utilizar las TIC, es probable que persista el carácter fundamental de la brecha,
a menos que las condiciones socioeconómicas básicas cambien radicalmente”.
Otras brechas... y los desafíos
Hay semejanzas entre el eslabón perdido y la brecha digital de hoy en día. La
más importante es que ambos conceptos suponen una correlación directa entre el
acceso a las telecomunicaciones, la riqueza económica y el desarrollo social. La
brecha digital existe no sólo entre los países desarrollados y aquéllos en
desarrollo, sino también en cada país, donde separa a las ciudades de las zonas
rurales, al rico del pobre, a aquéllos con educación superior de los que cuentan
con muy poca educación o ninguna, a los hombres de las mujeres y a los jóvenes
de las personas de edad. En las zonas rurales y desfavorecidas, incluso de los
países que por lo general están bastante desarrollados suele darse una brecha
digital que hace que quienes ya están en desventaja dispongan de pocos medios
para salvar ese desnivel (véase Colmar las brechas de los países desarrollados:
El ejemplo de Canadá). En consecuencia, sería más apropiado entender
por “brecha digital” un desnivel que abarca múltiples brechas.
En el proyecto de documento sobre cuestiones de desarrollo relacionadas con
Internet, preparado por el Grupo de Trabajo sobre Gobierno de Internet (GTGI) y
colocado en su sitio web en abril de 2005 para recabar comentarios del público,
se destaca que: “la noción de brecha digital abarca en realidad no sólo las
brechas de telefonía y de equipos, sino también desniveles de contenido,
lenguaje y aplicaciones y capacidades necesarios para poder utilizar de una
manera eficaz a las tecnologías TIC y estar así en condiciones de acceder y
contribuir a toda la gama de servicios de información y comunicación, que cada
vez resultan más viables, debido a una mayor convergencia de las tecnologías y a
la reducción del costo de suministro”.
Con todo, en el documento del GTGI se señala que los componentes y dimensiones
de la brecha digital siguen siendo objeto de debate y que algunos participantes
en esa discusión estiman que es mucho más fácil abordar la brecha telefónica. En
el documento precitado se sugiere que la ampliación de la telefonía móvil es la
vía para colmar la brecha digital y que el acceso a Internet ofrecido a través
de telecentros tiene un valor secundario como instrumento para el desarrollo de
poblaciones pobres, analfabetas e incapaces de beneficiarse del acceso a
Internet. A este respecto, en el documento del GTGI se llega a la conclusión de
que aún no está claro en qué medida en la noción de acceso universal y en los
instrumentos necesarios para traducirla a la práctica se ha tenido presente la
convergencia de la tecnología, de tal modo que el acceso universal signifique no
sólo acceso a la telefonía vocal básica sino también acceso a la Internet.
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En un momento en que el mundo desarrollado centra su atención en las
comunicaciones de datos y los servicios multimedios e Internet, ¿existe el
riesgo de que los países en desarrollo puedan quedar rezagados al concentrarse
únicamente en la telefonía móvil? y, ¿es el acceso universal a las TIC un lujo
que los países en desarrollo no deberían considerar aún como una prioridad? En
diciembre de 2003, la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI)
señaló el camino a seguir al reconocer en su Plan de Acción que la
infraestructura de las TIC es indispensable para alcanzar el objetivo de la
integración digital. Uno de los objetivos de la CMSI es utilizar las TIC para
conectar a todas las aldeas antes de 2015.
Por lo general, la brecha digital refleja a su vez los desniveles de ingreso,
salud y educación entre los países y dentro de los mismos. La raíz de esas
disparidades es la pobreza. Aunque serían pocos los que rechazaran alimento,
alojamiento o atención sanitaria, muchos considerarían poco necesarias las TIC
si sus necesidades básicas no estuviesen cubiertas. Cabe preguntarse, por tanto,
si construyendo la infraestructura requerida y reduciendo los costos podría
aumentarse el acceso a las TIC. ¿Resolver estos problemas garantizaría que la
población utilizase las TIC?
En el Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones
que preparó
en 2002 la UIT sobre el tema “Reinvención de las telecomunicaciones” se destacan
dos obstáculos al respecto. El primero es la formación, ya que la utilización de
las tecnologías actuales es mucho más compleja que la del servicio telefónico
ordinario. Internet reviste poca utilidad para las personas que no tienen las
aptitudes necesarias para beneficiarse del acceso electrónico a la información a
fin de mejorar su calidad de vida. El segundo obstáculo es carecer de motivos
para utilizar Internet. Existen muchos casos en que las TIC se aprovecharon con
éxito para mejorar la calidad de vida personal incluso en comunidades distantes
y aisladas. Lo que quizás hace falta es un estudio persuasivo sobre la forma en
que las TIC pueden transformar realmente el proceso de desarrollo en los países
pobres.
Algo alentador es el mayor reconocimiento (gracias sobre todo a la CMSI) de que
obstáculos que impiden el desarrollo tales como la pobreza, el analfabetismo,
las enfermedades y el mal gobierno, no podrán ser superados significativamente
sin disponer de un mejor acceso a la información. En realidad, si la información
representa poder, en ese caso Internet es un medio poderoso para mejorar la
situación de aquellos que tradicionalmente quedan rezagados. En el documento del
GTGI se reconoce que el acceso es primordial para habilitar a todos a
autodeterminarse económica, política, social, cultural y ambientalmente.
Resulta paradójico que para acceder a Internet muchos de los países en
desarrollo sigan recurriendo principalmente a las conexiones del servicio
telefónico ordinario. Dado el costo prohibitivo y los retardos inherentes a la
creación de infraestructura de línea fija, el servicio de Internet “móvil”,
basado en tecnologías inalámbricas avanzadas que pueden aplicarse tanto para los
servicios fijos como móviles, puede representar la forma de mejorar rápidamente
la conectividad de los usuarios y las comunidades del mundo en desarrollo.
Cuando los formuladores de políticas comenzaron a hablar de la brecha digital,
lo que preocupaba era promover el acceso a Internet a través de una conexión
telefónica. Ahora, en cambio, la brecha es la de la banda ancha.
La transmisión de datos en banda ancha (alta velocidad y conexión permanente) se
está convirtiendo en un requisito fundamental para el acceso mejorado a
Internet. Si la revolución del servicio móvil se extiende un día de modo tal que
incorpore dispositivos habilitados para la Internet móvil y a un precio
asequible para los usuarios, en ese momento podremos imaginar un futuro
prometedor. Aunque está previsto que los servicios móviles de tercera generación
(3G) desempeñen un papel importante en esta nueva experiencia de la banda ancha
móvil, lo que realmente entusiasma es la visión de la Internet inalámbrica fija
y las tecnologías que utilizan el espectro de manera eficaz tales; entre otras,
Wi-Fi, Wi-MAX y WiBRO. Si los países en desarrollo no contemplan la necesidad de
adoptar políticas de acceso/servicio universal completas y neutras en cuanto a
tecnología, corren el riesgo de que se repita la historia y el “eslabón perdido”
pase también a las capacidades de banda ancha.
En el documento del GTGI se advierte que aunque las tarifas de las
telecomunicaciones móviles y fijas y las tarifas de las telecomunicaciones
internacionales están disminuyendo en la mayoría de los países del mundo, los
costos de las telecomunicaciones son mucho más elevados en África y en el Caribe
que en otras regiones. Esto redunda en una escasa penetración de Internet y en
consumidores de bajo ingreso que deben consagrar una parte desproporcionada de
sus ingresos al pago de servicios de telefonía celular. Existe el peligro de que
surja un círculo vicioso que haga que los países de África y el Caribe, así como
otros países insulares, queden atrapados en una creciente disparidad de
asequibilidad y acceso frente al resto del mundo. Es, pues, necesario prestar
atención especial a la cuestión del acceso universal en esas regiones y
encontrar nuevas soluciones. La introducción de competencia entre los operadores
del servicio móvil y de línea fija en los mercados internos de escasas
dimensiones no se ha juzgado siempre viable. El caso de Santa Lucía (véase
Santa
Lucía no es demasiado pequeña para competir) sugiere lo contrario y
brinda una esperanza para el futuro.
Teléfono móvil con gran pantalla en color y cámara digital
integrada
Siemens |
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Los usuarios de los países en desarrollo han demostrado su buena disposición
para pagar por los servicios de las TIC, siempre que éstos se comercialicen de
tal manera que los usuarios puedan adquirirlos, por ejemplo, a través de
tarjetas de previo pago. En el Informe sobre Internet Móvil de la UIT se señala
que un modelo similar basado en tráfico medido para Internet móvil, y una serie
de programas ambiciosos de acceso público podría colmar la brecha digital. No
obstante, para que ello pueda convertirse en realidad en la sociedad de la
información, sería necesario ante todo solucionar los problemas pendientes de
normalización. Además, muchos países en desarrollo tendrán que resolver la
insuficiencia del suministro eléctrico para que sus ciudadanos puedan
beneficiarse del acceso a las TIC.
La industria afronta también algunos desafíos. Uno de ellos es la simplicidad,
ya que todos los usuarios consideran que la utilización o la comprensión de los
dispositivos móviles actualmente disponibles sigue siendo demasiado complicada o
difícil. La industria debe centrar esfuerzos innovadores en simplificar la
utilización de la tecnología de manera que las personas de carne y hueso
situadas en emplazamientos reales pueda adquirirla, comprenderla y utilizarla
plenamente. Esto puede exigir actualizar los microteléfonos móviles o los
asistentes digitales personales (PDA) para dotarlos de pantallas grandes o de
teclados más cómodos para el usuario.
Más allá de la retórica
¿Qué es lo que ha cambiado pues? Transcurridos veinte años, los conceptos de
falta de equidad y desequilibrio que se describen en El eslabón perdido siguen
siendo válidos, pese a los avances de la tecnología o posiblemente debido a
dichos avances y al crecimiento del mercado de telecomunicaciones. Aún existen
desigualdades entre los países ricos y pobres en cuanto al acceso a los
servicios y la infraestructura de telecomunicaciones. Además, pese a que los
servicios han evolucionado con la tecnología de la nueva era digital el eslabón
perdido sigue siendo la carencia de acceso a las telecomunicaciones básicas.
Hoy en día diversos actores contribuyen al intento de colmar la brecha digital y
muchos de ellos han presentado declaraciones e Informes reconociendo la
importancia de las TIC y la necesidad de reducir este desnivel. Por ejemplo, en
julio de 2000, las naciones más industrializadas del mundo (el G8), publicaron
la Carta Okinawa sobre la sociedad de la información, Carta en la que se
reconoce que las TIC “son una de las fuerzas más importantes para dar forma al
siglo XXI y que colmar la brecha digital en cada país y entre las naciones es
uno de los temas prioritarios en los programas nacionales, ya que todos deben
estar en condiciones de acceder a las redes de la información y la
comunicación”.
Aunque resulta encomiable el interés cada vez mayor que suscita
la brecha digital, hay que evitar el riesgo de duplicar los esfuerzos. Una mejor
coordinación podría hacer que las iniciativas se orienten a colmar la brecha
digital de un modo más eficaz. Asimismo, los programas de formación y de gran
alcance deben convertirse en elementos integrantes de los proyectos de las TIC.
No basta simplemente con instalar computadoras y redes de datos, y esperar a que
la gente las utilice. Proporcionar acceso a las TIC entraña promover una
educación generalizada y sensibilizar a las personas en cuanto a su
disponibilidad, así como crear los conocimientos y las competencias necesarios
para utilizar plenamente los servicios. Por último, debe instarse a la
población, y quizá enseñar a ésta a aplicar las tecnologías a fin de mejorar su
bienestar social y económico. Por otro lado, es importante ampliar las
perspectivas para impedir que la brecha digital se contemple simplemente como un
problema del sector de las TIC, ya que debe incorporarse en el contexto de metas
de desarrollo más amplias. En la actualidad la comunidad internacional se ha
fijado un conjunto de metas a las que debe apuntar: las de la Cumbre Mundial
sobre la Sociedad de la Información para lograr la conexión de todas las
comunidades antes de 2015 y los Objetivos de Desarrollo para el Milenio.
Santa Lucía no es demasiado pequeña para competir
Si somos capaces de hacer crecer el mercado de los celulares móviles, ¿podemos
hacer lo mismo con Internet?
Al considerar el mercado potencial para la Internet móvil, la tentación es no ir
más allá de los grandes países en desarrollo, como China, India, Pakistán, y
Bangladesh. Aunque en esos países el mercado es realmente inmenso, la Internet
móvil podría resultar igualmente eficaz en el extremo opuesto, es decir, en los
pequeños países insulares. Consideremos el caso de Santa Lucía, nación del
Caribe Oriental con solamente 156.635 habitantes de acuerdo con el último censo.
¿Un pequeño territorio como el de Santa Lucía podría ser lo suficientemente
grande para aceptar la competencia entre varios proveedores de servicio de
telecomunicaciones? Pues bien, en realidad sí lo es.
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UIT/V. Gray |
Santa Lucía ha disfrutado de servicio telefónico móvil desde la introducción del
servicio analógico “Boatphone” en 1992. No obstante, fue sólo gracias a la
amenaza de la competencia que la penetración telefónica móvil sobrepasó un
pequeño porcentaje de la población y de la población de turistas. Algo
interesante es que la introducción del servicio digital (CDMA) y del servicio de
previo pago a fines de 1999 fueron de poca ayuda para fomentar el crecimiento.
Fue, por el contrario, la concesión de las licencias a dos nuevos operadores del
servicio móvil (Digicell y AT&T Wireless), anunciada en 2002, la que impulsó a
actuar al operador establecido, Cable & Wireless Caribbean Cellular. Gracias al
paso de CDMA a GSM y a la modalidad “paga el llamante” (en agosto de 2002), y la
introducción de la competencia (en septiembre de 2002) hicieron que se asistiera
a un crecimiento sorprendente de la tasa de penetración, que llegó a alcanzar
más del 80% de la población en pocos meses.
¿Cuál es el potencial del Internet móvil en Santa Lucía? El estudio de la UIT
realizado en diciembre de 2003 reveló una población de usuarios de Internet de
tan sólo 16.000 abonados, pero una población de usuarios probable (basada en la
población con educación secundaria o preparatoria) de al menos 42.000 abonados.
Es probable que el potencial del crecimiento del mercado dependa de la
liberalización del mercado ya que C&W aún mantiene el monopolio como único ISP
en la Isla. Para cualquier nuevo participante en el mercado, una solución basada
en, digamos, una red principal Wi-MAX y puntos de acceso Wi-Fi, podría resultar
rentable y relativamente fácil de instalar, dado que la Isla tiene únicamente 43
kilómetros de largo y 23 kilómetros de ancho. ¡En un territorio pequeño, donde
la mayoría de los usuarios potenciales son propietarios de botes y/o turistas,
un servicio Internet que sea “móvil” es probablemente el único método viable!
Fuente: Informe de la UIT sobre Internet Móvil, septiembre de 2004. Adaptado
del estudio de caso de país de la UIT sobre las TIC en el Caribe Oriental:
Estudio de caso de Santa Lucía, junio de 2004, disponible en http://www.itu.int/ITU-D/ict/cs/stlucia/material/CS_LCA.pdf
Colmar las brechas de los países desarrollados: El ejemplo de Canadá
Conectividad inalámbrica entre los pueblos indígenas de Canadá
Burns Lake es una región aislada de la Columbia Británica (Canadá) donde habitan
unas 2.500 personas integrantes del pueblo First Nations. Como la mayoría de los
pueblos indígenas, los aborígenes de First Nations de Canadá han sido
marginalizados social, económica y políticamente durante largo tiempo. Además,
las comunidades indígenas suelen implantarse en comunidades rurales, aisladas y
distantes que viven condiciones climáticas extremas, por lo que necesitan
sistemas de comunicaciones robustos y fiables.
El 46% de los aborígenes de First Nations tienen acceso a Internet a través de
conexiones telefónicas, mientras que 19% acceden a servicios de banda ancha.
Otro 5% de estos aborígenes se conectan a través de otros medios. Así, pues, el
30% de la población total no dispone de acceso a Internet.
UIT 820119 |
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Con apoyo de un programa del Gobierno Federal, se ha establecido con éxito un
Centro informático inalámbrico en el Lago. El Centro que fue bautizado Many Eyes
Friendship, y es gestionado por la población local, dio el primer paso al
reconocer la necesidad de formación en materia de creación de aptitudes
informáticas e Internet. Para emprender esa iniciativa, los organizadores de
este Centro obtuvieron la ayuda de una compañía local, LakeWeb, así como del
programa de acceso comunitario de Canadá. El Centro está equipado con 10
computadores conectados a Internet a través de enlaces radioeléctricos en lugar
de medios alámbricos, lo que permite suministrar servicio de Internet
inalámbrico a los residentes en un radio de 242 kilómetros en torno al Lago.
El sistema ha permitido transformar las comunicaciones, permitiendo que la
comunidad se comunique con el mercado mundial —y reduciendo, por tanto, la
brecha digital dentro del propio país. Para ese tipo de comunidades, incluso un
simple computador en una aldea aislada conectado de manera inalámbrica a
Internet puede hacer que los residentes tengan acceso a una avalancha de
conocimientos —de los precios de las cosechas a información sobre cuestiones
médicas y cursos de formación a distancia.
Fuente: Informe de la UIT sobre Internet Móvil (www.itu.int/portableinternet),
septiembre de 2004 (véase también el estudio
de caso de país de la UIT sobre el servicio de banda ancha en Canadá en
http://www.itu.int/casestudies).
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