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EL ACCESO UNIVERSAL EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN

El “eslabón perdido” y la “brecha digital”
¿Qué es lo que ha cambiado?

Vuelta al Informe Maitland

El Informe de la Comisión Maitland, El eslabón perdido, señaló en su momento a la opinión pública internacional el enorme desequilibrio que registraba el acceso telefónico entre los países desarrollados y en desarrollo. El Informe de la Comisión Maitland tiene su origen en la Conferencia de Plenipotenciarios celebrada en Nairobi (Kenya), en 1982, que adoptó la decisión que condujo a la creación de la Comisión Independiente para el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones en mayo de 1983. La Comisión estaba presidida por Sir Donald Maitland y tenía por mandato identificar los obstáculos que impedían el establecimiento de infraestructura de comunicaciones y recomendar los medios mediante los cuales podía estimularse la expansión de las telecomunicaciones en todo el mundo. En enero de 1985 la Comisión presentó sus conclusiones al entonces Secretario General de la UIT, Richard Butler (Australia), en un Informe muy aclamado; nos referimos a El eslabón perdido1. Sir Donald Maitland indicó en una carta al Sr. Butler que agradecía la invitación a incorporarse a la Comisión y agregaba que el reto era extraordinario pero al mismo tiempo gratificante.

La Comisión Maitland acuñó la expresión “eslabón perdido” para destacar la carencia de infraestructura de telecomunicaciones en los países en desarrollo. En la fase inicial de sus trabajos, la Comisión concluyó por unanimidad que no podía tolerarse el flagrante y creciente desequilibrio que afectaba la distribución de las telecomunicaciones en todo el mundo. Había aproximadamente 600 millones de teléfonos instalados en el mundo y tres cuartas partes de ellos se concentraban en nueve de los países industrializados más avanzados. El resto se distribuía de modo irregular en las demás naciones. En El eslabón perdido se resaltaba la correlación directa entre la disponibilidad de la infraestructura de telecomunicaciones, el acceso a la misma y el crecimiento económico de un país. La brecha mencionada caracterizaba todos los aspectos del acceso y el servicio universal y representaba una disparidad entre los países ricos y los países pobres, las personas con medios y los menesterosos, y las poblaciones rurales y urbanas.

Para progresar en este sentido, la Comisión fijó la meta de que para principios del siglo XXI prácticamente toda la humanidad debía tener a su alcance el servicio telefónico. ¿Pero qué es lo que debemos entender por “tener a su alcance”? En las zonas rurales, esta expresión se definió como al menos un aparato telefónico disponible a una o dos horas de camino a pie para todos en el año 2000.

Para conseguir la precitada meta, los países desarrollados se centraron en la expansión de sus redes, redes que ya estaban muy disponibles para los grupos menos favorecidos de su población, así como en acrecentar la eficiencia de las redes existentes. Dicho de otro modo, se destacó el servicio universal (lo cual significaba hasta cierto punto que cada hogar debía disponer de su propio servicio telefónico; tradicionalmente, un teléfono de línea fija) en detrimento del acceso. Para los países en desarrollo el Informe sobre El eslabón perdido supuso centrarse en el acceso universal, y de este modo esforzarse en ofrecer el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a un porcentaje de la población tan alto como fuera posible, aun cuando esto hiciera necesario compartir el acceso (por ejemplo, mediante teléfonos públicos de previo pago, cibercafés, instalaciones comunitarias), en lugar de disponer de un teléfono en cada hogar.

Veinte años después, procede preguntarse qué tanto se ha avanzado en el mundo para reducir el desequilibrio en materia de acceso a las telecomunicaciones. El Informe El eslabón perdido versaba sobre la ausencia de infraestructura como una barrera fundamental que impedía el acceso. Con todo, el debate se ha ampliado y modificado, ya que hoy se trata de discutir temas tales como la infraestructura, las aplicaciones y las aptitudes o la formación que requieren las comunidades para poder beneficiarse de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación. Hace veinte años, crear infraestructura significaba transferir la responsabilidad a los operadores de la red telefónica pública conmutada (RTPC) para que construyeran esas redes. Asimismo, los usuarios requerían muy poca formación para utilizar un teléfono o simplemente no había necesidad de ella. El paso de las redes con conmutación de circuitos a las redes basadas en IP y de las líneas fijas al servicio inalámbrico asociado con la creación de Internet móvil, ha hecho que las cosas sean muy diferentes en una sociedad de información.

1 En el siguiente sitio web de la UIT pueden obtenerse versiones del Informe original en inglés, francés y español:  http://www.itu.int/osg/spu/sfo/missinglink/index.html

¿Ponerse al día, pero no con suficiente rapidez?

La UIT sigue regularmente los progresos obtenidos para colmar la brecha digital, sobre todo en el Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones, cuya primera edición fue publicada con ocasión del décimo aniversario de la publicación del Informe de la Comisión Maitland. El avance logrado durante los últimos veinte años es el siguiente:

  • En el momento de la publicación del Informe, en 1985, unas tres mil millones de personas, esto es, la mitad de la población mundial, vivía en países con una teledensidad (líneas telefónicas por 100 habitantes) menor a la unidad. La teledensidad promedio mundial era de alrededor de 7. Había menos de un millón de teléfonos móviles en todo el mundo y sólo unas cuantas decenas de miles de usuarios conectados a Internet (la World Wide Web no existía aún).

  • Actualmente, a mediados de 2005, sólo ocho países, con una población menor a 160 millones o aproximadamente el 2,5% de la población mundial, tienen una teledensidad total (servicio fijo y móvil combinados) menor a la unidad. La teledensidad total promedio mundial es de aproximadamente 50. Existen cerca de dos mil millones de teléfonos móviles en todo el mundo y aproximadamente 750 millones de usuarios conectados a Internet.

Si bien éste es un logro considerable, aún existen diferencias enormes en lo que concierne al acceso a las telecomunicaciones en todo el mundo. Por ejemplo, en 2003, la teledensidad podía ir de 0,3 en Liberia a 173 en Taiwán, China.

En China, donde la teledensidad de línea fija en 1985 era de únicamente 0,3%, se logró alcanzar el 20,9% en 2003, mientras que la teledensidad de servicio móvil llegó a 21,5. En India la teledensidad de línea fija aumentó considerablemente, pasando así de un 0,4% en 1990 a un 4,6% en 2003, mientras que la teledensidad del servicio se situó en 2,5.

Algunas de las tasas de crecimiento más rápidas se han registrado en África, región hoy en la que el crecimiento de la economía de telecomunicaciones es el más acelerado en el mundo. En el momento de la publicación del Informe Maitland, había sólo 7,1 millones de teléfonos en ese continente. En el Informe se indicaba que Tokio disponía de más teléfonos que todo el continente africano, con una población de 500 millones de habitantes en esa época. Ésta ha sido una de las declaraciones más frecuentemente citadas del Informe. En 2003 el número de teléfonos de línea fija en África se había triplicado en tanto que el número de teléfonos móviles había aumentado a más de 50 millones. Y en los primeros años del siglo XXI se abonaron más usuarios a la red en África que en los últimos 100 años precedentes.

La reducción de los costos de instalación de las redes móviles y la liberalización del mercado han permitido una considerable mejora en el acceso a las telecomunicaciones, incluidas las comunidades rurales y distantes. Hay que señalar, igualmente, que las dos principales tendencias del mercado que han caracterizado el panorama de las TIC en los últimos veinte años —el crecimiento de las comunicaciones móviles y la red de Internet— no fueron previstas en el Informe Maitland.

Los interrogantes que suscita la brecha digital

Como las TIC se han convertido en el eje de la economía de la información mundial, el “eslabón perdido” de Maitland ha pasado de ser un desnivel de servicio vocal en banda estrecha a convertirse en un nuevo “eslabón perdido”, a saber, la “brecha digital”. Una de las primeras referencias a este término apareció en los Estados Unidos en 1998 cuando la Administración Nacional de Telecomunicaciones e Información publicó el documento titulado Falling through the Net II: New Data on the Digital Divide. En este Informe se introdujo el término “brecha digital” para destacar la división desigual de las TIC entre los diferentes grupos socioeconómicos en el país. El Informe exponía las principales diferencias en cuanto a la disponibilidad de teléfono, computador e Internet en los hogares en términos de ingreso, edad, emplazamiento y nivel educativo.

Brecha entre los países desarrollados y las naciones en desarrollo

Las diferencias entre los países desarrollados y en desarrollo pueden considerarse en función del nivel de penetración de los diferentes servicios TIC (teléfono, teléfono móvil, Internet) y del computador personal. Como se ilustra en el gráfico ese desnivel entre los países desarrollados y en desarrollo se ha reducido considerablemente debido al crecimiento enorme de las tecnologías móviles y del número de usuarios de Internet en todo el mundo. Ahora bien, habida cuenta de que más del 80% de la población mundial vive en el mundo en desarrollo (véase el mapa), aún queda un largo camino por recorrer para poder reducir dicha brecha.

Población mundial, 6200 millones (2003)
Distribución por regiones

Pulse aquí para agrandar

Fuente: Adaptado de Naciones Unidas (http://unstats.un.org/unsd/demographic/)

Supongamos que las poblaciones nacionales crecieran a ritmos similares y que pudieran sostenerse las actuales tasas de crecimiento de las TIC. Si ese fuera el caso, el Informe sobre Internet Móvil, publicado por la UIT, en septiembre de 2004, indica que se requerirían al menos diez años para reducir la brecha digital. Ahora bien, lo que sucede es que la población de los países en desarrollo está creciendo más rápido que la de los países desarrollados, y que en esa población el porcentaje de personas con edades menores a 15 años es muy elevado.

Brecha entre los países desarrollados y los países en desarrollo

Pulse aquí para agrandarNúmero total de líneas fijas, teléfonos móviles, computadores personales y usuarios conectados a Internet en todo el mundo en 1993, 1998 y 2003

Según el Informe sobre Internet Móvil: “Esto significa que tal vez resulte necesario que transcurra mucho más tiempo para colmar la brecha digital. Asimismo, dado que más de 1000 millones de habitantes de países en desarrollo en todo el mundo viven con menos de 2 USD por día, cantidad que está muy por debajo del nivel mínimo de ingresos aceptado generalmente y necesario para adquirir y utilizar las TIC, es probable que persista el carácter fundamental de la brecha, a menos que las condiciones socioeconómicas básicas cambien radicalmente”.

Otras brechas... y los desafíos

Hay semejanzas entre el eslabón perdido y la brecha digital de hoy en día. La más importante es que ambos conceptos suponen una correlación directa entre el acceso a las telecomunicaciones, la riqueza económica y el desarrollo social. La brecha digital existe no sólo entre los países desarrollados y aquéllos en desarrollo, sino también en cada país, donde separa a las ciudades de las zonas rurales, al rico del pobre, a aquéllos con educación superior de los que cuentan con muy poca educación o ninguna, a los hombres de las mujeres y a los jóvenes de las personas de edad. En las zonas rurales y desfavorecidas, incluso de los países que por lo general están bastante desarrollados suele darse una brecha digital que hace que quienes ya están en desventaja dispongan de pocos medios para salvar ese desnivel (véase Colmar las brechas de los países desarrollados: El ejemplo de Canadá). En consecuencia, sería más apropiado entender por “brecha digital” un desnivel que abarca múltiples brechas.

En el proyecto de documento sobre cuestiones de desarrollo relacionadas con Internet, preparado por el Grupo de Trabajo sobre Gobierno de Internet (GTGI) y colocado en su sitio web en abril de 2005 para recabar comentarios del público, se destaca que: “la noción de brecha digital abarca en realidad no sólo las brechas de telefonía y de equipos, sino también desniveles de contenido, lenguaje y aplicaciones y capacidades necesarios para poder utilizar de una manera eficaz a las tecnologías TIC y estar así en condiciones de acceder y contribuir a toda la gama de servicios de información y comunicación, que cada vez resultan más viables, debido a una mayor convergencia de las tecnologías y a la reducción del costo de suministro”.

Con todo, en el documento del GTGI se señala que los componentes y dimensiones de la brecha digital siguen siendo objeto de debate y que algunos participantes en esa discusión estiman que es mucho más fácil abordar la brecha telefónica. En el documento precitado se sugiere que la ampliación de la telefonía móvil es la vía para colmar la brecha digital y que el acceso a Internet ofrecido a través de telecentros tiene un valor secundario como instrumento para el desarrollo de poblaciones pobres, analfabetas e incapaces de beneficiarse del acceso a Internet. A este respecto, en el documento del GTGI se llega a la conclusión de que aún no está claro en qué medida en la noción de acceso universal y en los instrumentos necesarios para traducirla a la práctica se ha tenido presente la convergencia de la tecnología, de tal modo que el acceso universal signifique no sólo acceso a la telefonía vocal básica sino también acceso a la Internet.


 
 

En un momento en que el mundo desarrollado centra su atención en las comunicaciones de datos y los servicios multimedios e Internet, ¿existe el riesgo de que los países en desarrollo puedan quedar rezagados al concentrarse únicamente en la telefonía móvil? y, ¿es el acceso universal a las TIC un lujo que los países en desarrollo no deberían considerar aún como una prioridad? En diciembre de 2003, la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) señaló el camino a seguir al reconocer en su Plan de Acción que la infraestructura de las TIC es indispensable para alcanzar el objetivo de la integración digital. Uno de los objetivos de la CMSI es utilizar las TIC para conectar a todas las aldeas antes de 2015.

Por lo general, la brecha digital refleja a su vez los desniveles de ingreso, salud y educación entre los países y dentro de los mismos. La raíz de esas disparidades es la pobreza. Aunque serían pocos los que rechazaran alimento, alojamiento o atención sanitaria, muchos considerarían poco necesarias las TIC si sus necesidades básicas no estuviesen cubiertas. Cabe preguntarse, por tanto, si construyendo la infraestructura requerida y reduciendo los costos podría aumentarse el acceso a las TIC. ¿Resolver estos problemas garantizaría que la población utilizase las TIC?

En el Informe sobre el Desarrollo Mundial de las Telecomunicaciones que preparó en 2002 la UIT sobre el tema “Reinvención de las telecomunicaciones” se destacan dos obstáculos al respecto. El primero es la formación, ya que la utilización de las tecnologías actuales es mucho más compleja que la del servicio telefónico ordinario. Internet reviste poca utilidad para las personas que no tienen las aptitudes necesarias para beneficiarse del acceso electrónico a la información a fin de mejorar su calidad de vida. El segundo obstáculo es carecer de motivos para utilizar Internet. Existen muchos casos en que las TIC se aprovecharon con éxito para mejorar la calidad de vida personal incluso en comunidades distantes y aisladas. Lo que quizás hace falta es un estudio persuasivo sobre la forma en que las TIC pueden transformar realmente el proceso de desarrollo en los países pobres.

Algo alentador es el mayor reconocimiento (gracias sobre todo a la CMSI) de que obstáculos que impiden el desarrollo tales como la pobreza, el analfabetismo, las enfermedades y el mal gobierno, no podrán ser superados significativamente sin disponer de un mejor acceso a la información. En realidad, si la información representa poder, en ese caso Internet es un medio poderoso para mejorar la situación de aquellos que tradicionalmente quedan rezagados. En el documento del GTGI se reconoce que el acceso es primordial para habilitar a todos a autodeterminarse económica, política, social, cultural y ambientalmente.

Resulta paradójico que para acceder a Internet muchos de los países en desarrollo sigan recurriendo principalmente a las conexiones del servicio telefónico ordinario. Dado el costo prohibitivo y los retardos inherentes a la creación de infraestructura de línea fija, el servicio de Internet “móvil”, basado en tecnologías inalámbricas avanzadas que pueden aplicarse tanto para los servicios fijos como móviles, puede representar la forma de mejorar rápidamente la conectividad de los usuarios y las comunidades del mundo en desarrollo. Cuando los formuladores de políticas comenzaron a hablar de la brecha digital, lo que preocupaba era promover el acceso a Internet a través de una conexión telefónica. Ahora, en cambio, la brecha es la de la banda ancha.

La transmisión de datos en banda ancha (alta velocidad y conexión permanente) se está convirtiendo en un requisito fundamental para el acceso mejorado a Internet. Si la revolución del servicio móvil se extiende un día de modo tal que incorpore dispositivos habilitados para la Internet móvil y a un precio asequible para los usuarios, en ese momento podremos imaginar un futuro prometedor. Aunque está previsto que los servicios móviles de tercera generación (3G) desempeñen un papel importante en esta nueva experiencia de la banda ancha móvil, lo que realmente entusiasma es la visión de la Internet inalámbrica fija y las tecnologías que utilizan el espectro de manera eficaz tales; entre otras, Wi-Fi, Wi-MAX y WiBRO. Si los países en desarrollo no contemplan la necesidad de adoptar políticas de acceso/servicio universal completas y neutras en cuanto a tecnología, corren el riesgo de que se repita la historia y el “eslabón perdido” pase también a las capacidades de banda ancha.

En el documento del GTGI se advierte que aunque las tarifas de las telecomunicaciones móviles y fijas y las tarifas de las telecomunicaciones internacionales están disminuyendo en la mayoría de los países del mundo, los costos de las telecomunicaciones son mucho más elevados en África y en el Caribe que en otras regiones. Esto redunda en una escasa penetración de Internet y en consumidores de bajo ingreso que deben consagrar una parte desproporcionada de sus ingresos al pago de servicios de telefonía celular. Existe el peligro de que surja un círculo vicioso que haga que los países de África y el Caribe, así como otros países insulares, queden atrapados en una creciente disparidad de asequibilidad y acceso frente al resto del mundo. Es, pues, necesario prestar atención especial a la cuestión del acceso universal en esas regiones y encontrar nuevas soluciones. La introducción de competencia entre los operadores del servicio móvil y de línea fija en los mercados internos de escasas dimensiones no se ha juzgado siempre viable. El caso de Santa Lucía (véase Santa Lucía no es demasiado pequeña para competir) sugiere lo contrario y brinda una esperanza para el futuro.


Teléfono móvil con gran pantalla en color y cámara digital integrada

Siemens

 

Los usuarios de los países en desarrollo han demostrado su buena disposición para pagar por los servicios de las TIC, siempre que éstos se comercialicen de tal manera que los usuarios puedan adquirirlos, por ejemplo, a través de tarjetas de previo pago. En el Informe sobre Internet Móvil de la UIT se señala que un modelo similar basado en tráfico medido para Internet móvil, y una serie de programas ambiciosos de acceso público podría colmar la brecha digital. No obstante, para que ello pueda convertirse en realidad en la sociedad de la información, sería necesario ante todo solucionar los problemas pendientes de normalización. Además, muchos países en desarrollo tendrán que resolver la insuficiencia del suministro eléctrico para que sus ciudadanos puedan beneficiarse del acceso a las TIC.

La industria afronta también algunos desafíos. Uno de ellos es la simplicidad, ya que todos los usuarios consideran que la utilización o la comprensión de los dispositivos móviles actualmente disponibles sigue siendo demasiado complicada o difícil. La industria debe centrar esfuerzos innovadores en simplificar la utilización de la tecnología de manera que las personas de carne y hueso situadas en emplazamientos reales pueda adquirirla, comprenderla y utilizarla plenamente. Esto puede exigir actualizar los microteléfonos móviles o los asistentes digitales personales (PDA) para dotarlos de pantallas grandes o de teclados más cómodos para el usuario.

Más allá de la retórica

¿Qué es lo que ha cambiado pues? Transcurridos veinte años, los conceptos de falta de equidad y desequilibrio que se describen en El eslabón perdido siguen siendo válidos, pese a los avances de la tecnología o posiblemente debido a dichos avances y al crecimiento del mercado de telecomunicaciones. Aún existen desigualdades entre los países ricos y pobres en cuanto al acceso a los servicios y la infraestructura de telecomunicaciones. Además, pese a que los servicios han evolucionado con la tecnología de la nueva era digital el eslabón perdido sigue siendo la carencia de acceso a las telecomunicaciones básicas.

Hoy en día diversos actores contribuyen al intento de colmar la brecha digital y muchos de ellos han presentado declaraciones e Informes reconociendo la importancia de las TIC y la necesidad de reducir este desnivel. Por ejemplo, en julio de 2000, las naciones más industrializadas del mundo (el G8), publicaron la Carta Okinawa sobre la sociedad de la información, Carta en la que se reconoce que las TIC “son una de las fuerzas más importantes para dar forma al siglo XXI y que colmar la brecha digital en cada país y entre las naciones es uno de los temas prioritarios en los programas nacionales, ya que todos deben estar en condiciones de acceder a las redes de la información y la comunicación”.

Aunque resulta encomiable el interés cada vez mayor que suscita la brecha digital, hay que evitar el riesgo de duplicar los esfuerzos. Una mejor coordinación podría hacer que las iniciativas se orienten a colmar la brecha digital de un modo más eficaz. Asimismo, los programas de formación y de gran alcance deben convertirse en elementos integrantes de los proyectos de las TIC. No basta simplemente con instalar computadoras y redes de datos, y esperar a que la gente las utilice. Proporcionar acceso a las TIC entraña promover una educación generalizada y sensibilizar a las personas en cuanto a su disponibilidad, así como crear los conocimientos y las competencias necesarios para utilizar plenamente los servicios. Por último, debe instarse a la población, y quizá enseñar a ésta a aplicar las tecnologías a fin de mejorar su bienestar social y económico. Por otro lado, es importante ampliar las perspectivas para impedir que la brecha digital se contemple simplemente como un problema del sector de las TIC, ya que debe incorporarse en el contexto de metas de desarrollo más amplias. En la actualidad la comunidad internacional se ha fijado un conjunto de metas a las que debe apuntar: las de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información para lograr la conexión de todas las comunidades antes de 2015 y los Objetivos de Desarrollo para el Milenio.

Santa Lucía no es demasiado pequeña para competir

Si somos capaces de hacer crecer el mercado de los celulares móviles, ¿podemos hacer lo mismo con Internet?

Al considerar el mercado potencial para la Internet móvil, la tentación es no ir más allá de los grandes países en desarrollo, como China, India, Pakistán, y Bangladesh. Aunque en esos países el mercado es realmente inmenso, la Internet móvil podría resultar igualmente eficaz en el extremo opuesto, es decir, en los pequeños países insulares. Consideremos el caso de Santa Lucía, nación del Caribe Oriental con solamente 156.635 habitantes de acuerdo con el último censo. ¿Un pequeño territorio como el de Santa Lucía podría ser lo suficientemente grande para aceptar la competencia entre varios proveedores de servicio de telecomunicaciones? Pues bien, en realidad sí lo es.

 


UIT/V. Gray

Santa Lucía ha disfrutado de servicio telefónico móvil desde la introducción del servicio analógico “Boatphone” en 1992. No obstante, fue sólo gracias a la amenaza de la competencia que la penetración telefónica móvil sobrepasó un pequeño porcentaje de la población y de la población de turistas. Algo interesante es que la introducción del servicio digital (CDMA) y del servicio de previo pago a fines de 1999 fueron de poca ayuda para fomentar el crecimiento. Fue, por el contrario, la concesión de las licencias a dos nuevos operadores del servicio móvil (Digicell y AT&T Wireless), anunciada en 2002, la que impulsó a actuar al operador establecido, Cable & Wireless Caribbean Cellular. Gracias al paso de CDMA a GSM y a la modalidad “paga el llamante” (en agosto de 2002), y la introducción de la competencia (en septiembre de 2002) hicieron que se asistiera a un crecimiento sorprendente de la tasa de penetración, que llegó a alcanzar más del 80% de la población en pocos meses.

¿Cuál es el potencial del Internet móvil en Santa Lucía? El estudio de la UIT realizado en diciembre de 2003 reveló una población de usuarios de Internet de tan sólo 16.000 abonados, pero una población de usuarios probable (basada en la población con educación secundaria o preparatoria) de al menos 42.000 abonados. Es probable que el potencial del crecimiento del mercado dependa de la liberalización del mercado ya que C&W aún mantiene el monopolio como único ISP en la Isla. Para cualquier nuevo participante en el mercado, una solución basada en, digamos, una red principal Wi-MAX y puntos de acceso Wi-Fi, podría resultar rentable y relativamente fácil de instalar, dado que la Isla tiene únicamente 43 kilómetros de largo y 23 kilómetros de ancho. ¡En un territorio pequeño, donde la mayoría de los usuarios potenciales son propietarios de botes y/o turistas, un servicio Internet que sea “móvil” es probablemente el único método viable!

Fuente: Informe de la UIT sobre Internet Móvil, septiembre de 2004. Adaptado del estudio de caso de país de la UIT sobre las TIC en el Caribe Oriental: Estudio de caso de Santa Lucía, junio de 2004, disponible en  http://www.itu.int/ITU-D/ict/cs/stlucia/material/CS_LCA.pdf

Colmar las brechas de los países desarrollados: El ejemplo de Canadá

Conectividad inalámbrica entre los pueblos indígenas de Canadá

Burns Lake es una región aislada de la Columbia Británica (Canadá) donde habitan unas 2.500 personas integrantes del pueblo First Nations. Como la mayoría de los pueblos indígenas, los aborígenes de First Nations de Canadá han sido marginalizados social, económica y políticamente durante largo tiempo. Además, las comunidades indígenas suelen implantarse en comunidades rurales, aisladas y distantes que viven condiciones climáticas extremas, por lo que necesitan sistemas de comunicaciones robustos y fiables.

El 46% de los aborígenes de First Nations tienen acceso a Internet a través de conexiones telefónicas, mientras que 19% acceden a servicios de banda ancha. Otro 5% de estos aborígenes se conectan a través de otros medios. Así, pues, el 30% de la población total no dispone de acceso a Internet.


UIT 820119

 

 

Con apoyo de un programa del Gobierno Federal, se ha establecido con éxito un Centro informático inalámbrico en el Lago. El Centro que fue bautizado Many Eyes Friendship, y es gestionado por la población local, dio el primer paso al reconocer la necesidad de formación en materia de creación de aptitudes informáticas e Internet. Para emprender esa iniciativa, los organizadores de este Centro obtuvieron la ayuda de una compañía local, LakeWeb, así como del programa de acceso comunitario de Canadá. El Centro está equipado con 10 computadores conectados a Internet a través de enlaces radioeléctricos en lugar de medios alámbricos, lo que permite suministrar servicio de Internet inalámbrico a los residentes en un radio de 242 kilómetros en torno al Lago.

El sistema ha permitido transformar las comunicaciones, permitiendo que la comunidad se comunique con el mercado mundial —y reduciendo, por tanto, la brecha digital dentro del propio país. Para ese tipo de comunidades, incluso un simple computador en una aldea aislada conectado de manera inalámbrica a Internet puede hacer que los residentes tengan acceso a una avalancha de conocimientos —de los precios de las cosechas a información sobre cuestiones médicas y cursos de formación a distancia.

Fuente: Informe de la UIT sobre Internet Móvil (www.itu.int/portableinternet), septiembre de 2004 (véase también el estudio de caso de país de la UIT sobre el servicio de banda ancha en Canadá en http://www.itu.int/casestudies).

 

 

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