A escala mundial, Internet ha registrado más de mil millones de nuevos usuarios en los últimos cinco años. La pandemia de COVID-19 propició un aumento de la utilización de Internet, y se estima que 466 millones de personas empezaron a usar Internet por primera vez en 2020. A mediados de 2022, 5.300 millones de personas contaban con conexión a la red, alrededor del 63% de la población mundial. Sin embargo, algo más de una tercera parte de la población mundial (2.700 millones) no utiliza Internet. Muchas de esas personas viven en países menos adelantados (PMA), países en desarrollo sin litoral (PDSL) o pequeños estados insulares en desarrollo (PEID).
En 2019, el 87% de las personas utilizaban Internet en los países desarrollados, con respecto al 44% en los países en desarrollo.
Mientras que prácticamente todas las zonas urbanas del mundo poseen cobertura de red de banda ancha móvil, en las zonas rurales siguen existiendo amplias lagunas de conectividad y acceso a Internet. A escala mundial, el 76% de los hogares de zonas urbanas tenían acceso a Internet en el hogar en 2020, proporción casi el doble que en las zonas rurales (39%).
Las deficiencias de conectividad en las zonas rurales son particularmente graves en los PMA, en los que el 15% de la población rural vive en zonas que carecen de cobertura móvil, y el 10% de la población rural sólo cuenta con cobertura de redes 2G.
La pandemia de COVID-19 propició el acceso a Internet de forma generalizada, al alentar a más personas a conectarse para trabajar o jugar; en algunos países, exacerbó la brecha digital que existía entre países y dentro de los mismos en materia de edad, discapacidad, género, geografía y situación socioeconómica. A raíz del fomento de muchos servicios esenciales en línea, existe el riesgo manifiesto de que las personas que no tienen acceso a Internet de banda ancha se queden aún más atrás.
Para muchas personas del mundo en desarrollo, en particular en los PMA, la telefonía móvil y el acceso a Internet siguen siendo inasequibles. El costo del acceso a Internet de banda ancha sigue estando por encima del objetivo de asequibilidad establecido por la Comisión de Banda Ancha para el Desarrollo Sostenible, a saber, el 2% de la renta nacional bruta (RNB) mensual per cápita para varios PMA.
Según datos recientes de la UIT, sólo 96 economías cumplieron ese objetivo del 2% con respecto a la cesta de precios de servicios de banda ancha móvil sólo para datos en 2021 (siete menos que en 2020), y únicamente 64 economías cumplieron el objetivo fijado con respecto a la cesta de precios de servicios de banda ancha fija (dos menos que en 2020).
Tras años de disminución ininterrumpida, la proporción de ingresos destinados a servicios de telecomunicaciones y de Internet aumentó en todo el mundo en 2021, principalmente debido a la recesión económica mundial provocada por la pandemia de COVID-19 (según la UIT y la Alianza para una Internet asequible, A4AI, 2022). En muchas economías, la tendencia a largo plazo de la disminución paulatina del precio de esos servicios se vio rebasada por una drástica disminución del nivel promedio de la RNB en 2020.
Eso significa que los niños y los jóvenes de los hogares más pobres, en las zonas rurales y en los estados con menores ingresos se están quedando aún más atrás en cuanto a inclusión digital y tienen menos oportunidades de recuperarse, y deben afrontar situaciones de pobreza y desempleo de forma desproporcionada.
Evaluar las necesidades de inversión para lograr una conectividad universal asequible reviste importancia para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). En determinadas regiones, reducir la brecha de conectividad conlleva, en particular, mejorar la cobertura y la capacidad existentes. No obstante, en el África Subsahariana, Asia Meridional y Asia Oriental/Pacífico, casi la mitad de las inversiones necesarias en infraestructuras de redes de acceso radioeléctrico (RAN) serán de nueva creación.