Un sismólogo que trabaja en una zona de Centroamérica de frecuente actividad volcánica, me contó la siguiente historia durante una conferencia reciente:
"Cuando voy a comprobar mis instrumentos de control ubicados en las colinas, llevo un transmisor‑receptor portátil para comunicarme con mis colegas del Instituto de Sismología. Pero saco la radio fuera de la mochila solamente después de cerciorarme de que no hay nadie cerca, porque si me ve un policía utilizando la radio supondrá que soy un "elemento subversivo" (uno de los rebeldes que viven por esas regiones apartadas), y si me ve uno de esos rebeldes, dará por sentado que soy un policía y seguramente me disparará allí mismo."
El equipo de radiocomunicaciones sigue estando asociado a actividades secretas y probablemente ilegales, si bien los hombres que esconden enormes equipos de radio de onda corta en gabardinas deshilachadas no son más que una imagen de las viejas películas de espionaje. Las operaciones de socorro en una situación de catástrofe pueden tener lugar en un entorno políticamente delicado y, en tales ocasiones, utilizar un equipo de telecomunicaciones de emergencia despierta a menudo bastantes sospechas.