Recordar a Donald Maitland, que
murió el 22 agosto 2010 a los
88 años, es también recordar su
legado: encauzar el desarrollo de las
telecomunicaciones por un camino
integrador de dimensión mundial.
Su clarividencia, en una época en
la que casi la mitad de los habitantes
del mundo vivían en países con
menos de una línea telefónica por
cada 100 habitantes, puso en marcha
el crecimiento de las tecnologías de
la información y la comunicación
(TIC) como las conocemos hoy en
día.
Se escogió a Donald Maitland para
presidir la Comisión Independiente
para el Desarrollo Mundial de las
Telecomunicaciones, instituida en
mayo de 1983 por resolución de la
Conferencia de Plenipotenciarios de
la UIT celebrada en Nairobi (Kenya)
en 1982. El mandato de la Comisión
era identificar los obstáculos que
impedían el desarrollo de las infraestructuras
de comunicaciones, y
recomendar procedimientos para
estimular la expansión de las telecomunicaciones
en todo el mundo.
El título oficial del informe de
esta Comisión es El Eslabón Perdido,
aunque siempre se ha conocido
como Informe Maitland. En la carta
de presentación de este Informe, dirigida
al entonces Secretario General
de la UIT, Richard Butler (Australia)
en enero de 1985, Donald Maitland
escribió: “Le estamos agradecidos
por habernos invitado a formar
parte de esta Comisión... El reto ha
sido formidable pero la tarea nos ha
resultado gratificante”.
El Informe Maitland señaló a la
atención internacional el enorme
desequilibrio del acceso telefónico
entre países desarrollados y en
desarrollo. La Comisión alcanzó la
conclusión unánime de que el burdo
y creciente desequilibrio del reparto
de las telecomunicaciones por todo
el mundo no se podía tolerar. En
aquel momento, tres cuartas partes
de los 600 millones de teléfonos que
había en el planeta, se concentraban
en sólo nueve países industrializados.
En la introducción del Informe,
la Comisión señaló que el ritmo de
innovación tecnológica era tal que
los habitantes del mundo industrializado
esperaban disfrutar de todos
los beneficios de la llamada “sociedad
de la información” para finales del
siglo XX. Sin embargo, la situación
en el mundo en desarrollo contrastaba
radicalmente con la de los países
desarrollados. “En la mayoría de los
países en desarrollo, el sistema de
telecomunicaciones es inadecuado
para sostener servicios esenciales. En
extensas zonas territoriales no existe
ningún sistema. Y tal disparidad
no es aceptable en nombre de la
humanidad ni sobre la base del interés
común”, declaró la Comisión.
El Informe Maitland subrayaba la
correlación directa entre la disponibilidad
de infraestructuras de
telecomunicaciones y el acceso a las
mismas, y el crecimiento económico
de un país. Denunciaba las carencias
en accesos y servicios, y señalaba las
disparidades entre los países ricos y
los pobres, entre los privilegiados y
los desfavorecidos en el seno de una
determinada sociedad y entre los que
viven en zonas rurales y aquellos que
habitan en áreas urbanas.
Como forma de superar esta situación,
la Comisión fijó el objetivo
de que para principios del siglo XXI
prácticamente toda la humanidad
estuviera a corta distancia del teléfono
con todos los beneficios que esto
podría comportar. Para alcanzar este
objetivo, los países desarrollados se
dedicaron a extender sus redes, que
ya gozaban de alta disponibilidad, a
las partes más desfavorecidas de su
población, y a mejorar la calidad de
funcionamiento de las redes existentes,
haciendo hincapié en el servicio
universal: servicio telefónico individual
en cada hogar. Los países en
desarrollo se han ocupado principalmente
del acceso universal, esforzándose
por proporcionar acceso a
tantas personas como sea posible,
aunque ello suponga que éste sea
compartido.
En 1985, había menos de un millón
de teléfonos móviles en todo el
mundo y sólo unas decenas de miles
de usuarios de Internet (en aquellos
momentos no existía todavía la
World Wide Web). Considerando la
situación en 2010, se han realizado
ciertamente progresos enormes. La
UIT estima que para finales de 2010
habrá 5.000 millones de abonos a la
telefonía móvil en todo el mundo y
que casi 2.000 millones de personas
tienen ya acceso a Internet. No obstante
queda pendiente una ingente
labor por hacer: las tres cuartas
partes de los habitantes del planeta
siguen sin tener acceso a Internet.
Nos amenaza la brecha digital.
El Informe Maitland sirvió de
acicate a la inversión en el desarrollo
de las telecomunicaciones, que
acompañó a la puesta en práctica de
nuevas tecnologías y estrategias innovadoras,
y facilitó el conocimiento a
grandes rasgos de los efectos socioeconómicos
de las infraestructuras
de comunicación. Esto se tradujo en
un desarrollo notable de las telecomunicaciones
en todo el mundo y
en el decidido esfuerzo de reducir
las disparidades en cuanto accesos y
servicios.
Donald James Dundas Maitland
nació en Edimburgo (Escocia) el
16 agosto de 1922 y alcanzó muchos
logros durante su vida, principalmente
en su calidad de diplomático.
Antes de presidir esta Comisión,
Sir Donald fue Subsecretario
Permanente del Departamento de
Energía del Reino Unido (1980–1982); Adjunto del Subsecretario
Permanente de Estado (Ministerio
de Relaciones Exteriores y de la
Commonwealth)
(1979–1980), Embajador y
Representante Permanente del
Reino Unido ante la Comunidad
Económica Europea (Bruselas)
(1975–1979), Subsecretario Adjunto
de Estado (Ministerio de Relaciones
Exteriores y de la Commonwealth)
(1974–1975), Miembro del Grupo
de la Commonwealth del Reino
Unido sobre Comercio, Ayuda y
Desarrollo (1975), Embajador y
Representante Permanente del Reino
Unido ante las Naciones Unidas
(Nueva York) (1973–1974), Jefe de
la Secretaría de Prensa del Primer
Ministro (1969–1970). Entre 1947
y 1969, desempeñó varios cargos
diplomáticos en Oriente Medio,
África del Norte, y el Ministerio
de Relaciones Exteriores y de la
Commonwealth.
En la UIT siempre se recordará
a Donald Maitland por su contribución
al objetivo de conectar el
mundo.
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