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Crédito de la foto: © Shutterstock |
Entrevista con el Dr.Robert Kahn, coinventor de Internet
Pregunta: 1
Hace unos 40 años, usted le mostró al
mundo cómo conectar diferentes tipos de
computadores en diferentes tipos de redes
informáticas. La Internet moderna es el resultado
directo de sus esfuerzos. ¿Qué sentimiento
le despierta ese inmenso éxito?
Robert Kahn: Cuando era más joven solía hacer
piragüismo en aguas bravas. Apenas se
deposita la canoa en el río ésta empieza a deslizarse
a causa de las corrientes y produce un sentimiento
un poco parecido al que genera la evolución de
Internet, que ha sido como una violenta corriente
de aguas bravas en la que entramos hace unos 40 y
pico de años, y que aún sigue su curso. Es realmente
sorprendente ver lo que ha ocurrido alrededor del
mundo. En 1973 comenzaron los trabajos iniciales
sobre el desarrollo del protocolo Internet y para mediados
del decenio de 1970 la comunidad de investigación
dio a luz una Internet embrionaria. No fue
sino en 1983 que se adoptaron oficialmente para su
utilización los protocolos de Internet.
Probablemente el más revelador de todos los eventos
de los que he sido testigo fue la Cumbre Mundial
sobre la Sociedad de la Información celebrada en
2003 en Ginebra, cuando por primera vez presencié
una agrupación de representantes de todas las naciones
del mundo reunidos para examinar públicamente
los efectos que tenía Internet en sus respectivos
países y planificar la manera de hacer frente a
ese fenómeno en el futuro.
Pregunta: 2
Hay quienes afirman que la arquitectura
subyacente de Internet podría no dar
abasto para cursar el tráfico en crecimiento
continuo de nuevas aplicaciones muy
ávidas de anchura de banda. Esos son los que preconizan
que habría que considerar el futuro de Internet
a partir de cero. ¿Están en lo cierto? ¿O la respuesta
se halla en la evolución de Internet?
Robert Kahn: A mi juicio, Internet es un sistema de
información mundial que permite que diferentes
estructuras de componentes tales como redes, ordenadores
y dispositivos de diferentes tipos se intercomuniquen
mediante la transmisión de información entre ellos.
La esencia de Internet estriba en los protocolos y los procedimientos
que permiten que eso ocurra. Dichos protocolos
y procedimientos están diseñados como para ser
independientes del tipo de interfuncionamiento de red y
de los componentes informáticos que lo integran.
Debemos mantener la red Internet en evolución. Y la
forma de hacerlo es mediante su integración con lo que
hay o la construcción a partir de lo que hay. No creo que
sea necesario destruir lo que existe para crear un futuro
mejor. Cuando se produjeron las redes informáticas originales,
eso no se hizo a expensas de la destrucción de la
infraestructura de telecomunicaciones. En el punto en el
que nos encontramos hoy en día con Internet, podemos
hacer lo mismo aprovechando las capacidades disponibles
para crear aplicaciones nuevas y mejores, más poderosas
y más pertinentes para el futuro, así como una infraestructura
más adecuada para soportar esas aplicaciones.
Recomenzar desde cero no es realmente un enfoque
práctico. Puede ser que en un momento lo haya sido,
cuando aún no había nada a partir de que comenzara;
pero una vez que se dispone de algo que se ha propagado
ampliamente y es utilizado diariamente por una gran
fracción de la población mundial, hay que manejarse
con los elementos disponibles.
Pregunta: 3
Usted concibió la idea de una arquitectura
de objeto digital. ¿Qué es eso exactamente
y cómo funciona?
Robert Kahn: El funcionamiento de la
red Internet, tal como lo percibimos
originalmente yo y las personas con quienes trabajaba,
entrañaba el desplazamiento de bits de un sitio a otro a
escala mundial, sin necesidad de conocer detalles tales
como la red que utilizaba la parte en cuestión, cómo
encaminar los datos y así sucesivamente. Era una forma
muy cómoda de pasar información (como de bits
básicamente indiferenciados) de un lugar a otro, con
fiabilidad y rapidez.
Lo que se me ocurrió hace algunos años fue que debíamos
dar un paso más hacia adelante y comenzar a considerar
a la red Internet como un vehículo para gestionar
información, y no solamente para la transmisión de bits
indiferenciados. El problema que plantea actualmente
gran parte de la tecnología de Internet es que ésta es una
función de otras tecnologías que están disponibles en la
red. A título de ejemplo: cuando comencé a trabajar en el
interfuncionamiento de ordenadores, solíamos considerar
a los ordenadores en función del cable con el que estaban
conectados a la única red existente. Pero luego empezamos
a trabajar con múltiples redes, y entonces ese
cable podía conectarse en realidad a otra red, por lo cual
ya no alcanzaba con decir "envíalo por ese cable", sino
más bien "¿y después?" "¿A qué otro sitio hay que mandarloir?"
Así pues, concebimos el concepto de direcciones
IP para identificar a las máquinas, independientemente
del sitio donde éstas se encontrasen. Y luego tuvimos que
idear un medio sencillo para que las personas recordasen
esas direcciones. Se trataba de un tipo de aplicación, es
decir lo que ahora se conoce ampliamente como el sistema
de nombres de dominio (domain name system, DNS).
A mediados del decenio de 1980 tomamos la decisión de
adoptar el DNS, y desde entonces nos ha resultado muy
útil durante los más de dos decenios trascurridos.
Cuando se creó la World Wide Web, la idea subyacente
era que era básicamente posible simplificar los procedimientos
que habíamos estado utilizando durante decenios.
Se trababa de transformar los métodos de procedimiento,
como tener que inscribirse en algún lado y
tener que conocer exactamente qué teclas tocar, en una
versión "pulsable" ("clickable"), basada en un URL, de
modo que los protocolos hicieran entre bastidores básicamente
las mismas cosas para usted. Pero ese enfoque
estaba supeditado a la forma de implementación: nombres
específicos de máquinas que se podían resolver a
través del DNS y, posteriormente, incluirse en ficheros
concretos en esas máquinas. Ahora bien, el período de
semidesintegración ("half-life") de estos URLs no es muy
largo, y probablemente antes de los cinco años la vasta
mayoría de ellos ya no funcionará o producirá información
diferente. Eso nos condujo a la idea de identificar
literalmente la información representada en forma de
una estructura de datos identificable de manera durable;
a estas estructuras de datos las llamamos objetos
digitales y, al asignarle a cada una de ellas un identificador
separado, cada objeto digital puede identificarse de
una manera única.
Pregunta: 4
¿Nos estamos quedando realmente sin
direcciones IP basadas en la versión 4 actual
del protocolo Internet? ¿Qué piensa
usted de la transición hacia el IPv6?
Robert Kahn: El IPv4 es un protocolo de direccionamiento
de 32 bit, que creamos en 1973. En
ese momento estimamos que 8 bits serían más que
suficientes para identificar a cada una de las redes; y
también consideramos que los 24 bit restantes bastaban
para definir qué máquina funcionaba en esa red.
En realidad, tras la explosión de las redes de área local,
y en particular de la red Ethernet, se empezó a ver claro
que eso no era suficiente. Esa es la razón por la cual las
direcciones IPv4 comenzaron a ser objeto de presión. Es
evidente que, dependiendo de la manera de administrar
las direcciones IPv4, esta versión del protocolo puede
o no ser suficiente. Pero a juzgar por la forma según la
cual se administran hoy en día, a causa de la falta de alternativas
eficaces para utilizar una cantidad limitada de
direcciones IPv4, parece evidente que estas direcciones
se agotarán dentro de muy poco tiempo.
Esta fue la razón por la que se creó el IPv6, que utiliza
direcciones de 128 bit. Se ha afirmado que eso es sufi
ciente para identificar a cada uno de los átomos que
componen el universo. La transición hacia el IPv6 no ha
sido en modo alguno directa y sencilla y, en muchos aspectos,
su adopción de manera generalizada en el mundo
sigue siendo problemática. Pero supongamos que
dicha transición hacia el IPv6 va a tener lugar, puesto
que parece casi inevitable.
La verdadera pregunta es la siguiente: ¿vamos a utilizar
el IPv6 de manera arrogante, para identificar absolutamente
todo en Internet, o vamos a encontrar alguna otra
estrategia más prudente y a largo plazo para hacerlo? Por
ejemplo, si ponemos en funcionamiento un sistema que
contiene cierto número de estos objetos digitales de los
que hablábamos, digamos por ejemplo mil millones de
objetos digitales, una posibilidad es asignarle a cada uno
de esos objetos una dirección IPv6. Para mí esa sería una
forma muy alocada de utilizar estas direcciones, ya que el
IPv6 también se utiliza en parte con fines de encaminamiento.
Se trata de un sistema mucho más complejo que
si usted simplemente se dice, bueno, este objeto digital en
particular que estoy buscando se encuentra en un sistema
que tiene una dirección IPv6 determinada, y una vez que
usted llega a ese sistema le dice: "dame el objeto que tiene
este identificador único" –lo que no tiene nada que ver
forzosamente con el IPv6. Y luego si ese objeto de desplaza, usted se dice simplemente, bueno, el objeto ahora
está allá, o bien se encuentra en varios lugares, déme por
favor el objeto que tenga el mismo identificador.
Pregunta: 5
¿Nos aportará el IPv6 la "Internet de las
cosas", gracias a la cual por ejemplo los refrigeradores
podrán intercambiar información
con las estanterías del supermercado,
o que nos permitirá prender y apagar el horno de
microondas desde nuestra oficina que se encuentra
a kilómetros de distancia?
Robert Kahn: No creo que la historia nos de ninguna
orientación adecuada sobre lo que cabe esperar
en estos casos. Por lo general, las visiones iniciales
de lo que será el futuro tecnológico resultan erróneas.
En la historia del teléfono, por ejemplo, se ha derramado
mucha tinta en torno a Alexander Graham Bell,
a quien se le atribuye el descubrimiento o la invención
de la telefonía en los Estados Unidos, mientras pensaba
que ese sería un medio muy adecuado para poder escuchar
conciertos en el hogar. ¿Conoce usted a alguien
que escuche conciertos por teléfono hoy en día? La historia
está repleta de ejemplos que ilustran que la visión
inicial de las personas sobre lo que podría ocurrir resultó
equivocada, y con el tiempo surgieron medios socialmente
más eficaces de utilizar la tecnología.
En el contexto del IPv6, cuando hablamos acerca de la
Internet de las cosas o la gestión de identidades para
particulares, de lo que estamos hablando en realidad
es de información sobre esas entidades o particulares.
Todas estas cuestiones giran en torno al mismo puñado
de preguntas: ¿Cómo obtener la información? ¿Qué hacer
con la información obtenida? ¿Es dicha información
exacta? ¿Puede uno fiarse de ella?
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Crédito de la foto: © Alex Segre/Alamy |
Pregunta: 6
Díganos algo más acerca de los
"Knowbots" y del "handle system" que usted
creó.
Robert Kahn: Una de las personas con
quienes trabajé durante largo tiempo
en la esfera del interfuncionamiento de redes es Vint
Cerf, quien también recibió mucha publicidad por nuestros
trabajos con Internet. Vint trabajó conmigo en
DARPA durante muchos años, abandonó brevemente la
organización para ir al MCI, y posteriormente se volvió
a juntar conmigo en calidad de empleado número dos
cuando yo asumí mis funciones en el CNRI; después de
eso él permaneció en el CNRI durante unos ocho años.
En aquel período estábamos muy interesados en la idea
de encontrar y gestionar información en Internet mediante
el envío de programas móviles que pudieran ejecutarse
en diferentes lugares, es decir que usted podía
pedirle a esos programas que llevaran a cabo diversos
objetivos por usted. Un importante motivo de inquietud
para nosotros era que las organizaciones no iban a querer
que un programa móvil, escrito por otra persona,
apareciera en sus ordenadores y se pusiera en funcionamiento.
Supongo que eso parecía como una especie de
invitación abierta a los virus o algo peor.
Estábamos pensando en utilizar "estaciones de servicio
knowbot", las cuales (entre otras cosas) serían responsables
de inyectar programas móviles en Internet y de
aceptar los programas móviles originados en otros sitios
y ponerlos en funcionamiento. De este modo podrían
aparecer múltiples programas e interactuar entre sí, y
conjuntamente esos programas podrían de alguna manera
encontrar la respuesta a una pregunta, o llevar a
cabo una tarea. Aún queda mucho por hacer para que
esto pueda ocurrir a una escala más amplia.
A principios del decenio de 1990, en vez de continuar
por el camino del knowbot, decidí centrarme en el caso
en el cual se suprime del paisaje al componente móvil.
Como resultado de ello surgió la arquitectura de objeto
digital. Se suponía que estos objetos digitales se almacenarían
en emplazamientos accesibles en Internet,
denominados depósitos, y que se podría acceder a la
información que éstos contenían exclusivamente si se
conocía el identificador del objeto. Así pues, no había
que preocuparse acerca de la base tecnológica utilizada
en ese momento o en cualquier otro momento en el
futuro, ya que supuestamente, en caso de implementarse
de manera adecuada, podía admitirse perfectamente
este tipo de concepto.
Había que encontrar la manera de resolver los identifi-
cadores para emplazamientos y otra información útil,
como la capacidad para validar la información, incluida
la identidad. Esta última capacidad consiste en asignar
claves públicas a un particular, quien entonces puede
verificar la información con una clave privada, o autentifi
ca esa información, o bien accede a los términos y
condiciones del objeto. Así pues, todo el concepto de
arquitectura de objeto digital estaba basado en una visión
más estática de estos programas móviles. Aunque
se preveía que ésta podía utilizarse en un entorno móvil,
en un principio los trabajos no apuntaban hacia esa
finalidad.
En este contexto adquiere importancia la privacidad.
Hoy en día hay en Internet motores de búsqueda que
permiten localizar cosas que son accesibles públicamente, por ejemplo en la Web. Pero probablemente éstos
no le ayudarán a encontrar registros médicos o financieros.
La cuestión de la privacidad es una pequeña parte
de una cuestión más amplia que realmente creo que
la arquitectura de objeto digital apuntaba a responder:
¿cómo lograr que diferentes tipos de sistemas de información,
que tienen razones para interfuncionar, sean
capaces de hacerlo sin que alguien tenga que calcular
específicamente y con antelación, para cada una de las
posibles interacciones, como éstas deben ocurrir?
Pregunta: 7
¿Cuáles serían sus consideraciones finales?
Robert Kahn: El mundo está cada vez
más conectado. Los decenios venideros
van a ser tan estimulantes como los pasados,
probablemente a una magnitud que actualmente no sabemos
cómo predecir o imaginar. En última instancia, lo
que va a impulsar y alimentar esa evolución es la creatividad
del espíritu humano, y todo lo que nosotros podamos
hacer para estimularla, vigorizarla y realzarla, vendrá
probablemente acompañado de nuevas modalidades más
adecuadas para atender nuestras necesidades sociales.
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