Del eslabón perdido a la brecha digital
Un balance
William
S. Tallah
Ingeniero jefe de telecomunicaciones
Ministerio de Correos y Telecomunicaciones
de Camerún
Cuando África y el resto de la comunidad
internacional saludaban la transición pacífica del poder en Ghana en 2001, el
secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ferviente abogado del
desarrollo de las tecnologías de la información y de la comunicación en
África, señaló que los pequeños teléfonos móviles se contaban entre los
agentes que contribuyen al afianzamiento de los valores democráticos en el
continente. “Los supervisores del acto electoral en lugares distantes”,
indicó, “utilizan los teléfonos móviles para comunicar los resultados
instantáneos registrados en los locales de votación”, cortando así el paso
a todo intento de alterar la voluntad del pueblo.
En la República Sudafricana, el
principal centro neurálgico de los avances del continente en materia de TIC, la
policía encuentra al sospechoso de un asesinato gracias al teléfono móvil de
la víctima. Y en Cotonou, caótico suburbio de la capital de Benin, el chofer
de un taxi-motocicleta contesta a la llamada que le hace un cliente desde su
teléfono móvil. En efecto, hoy para muchos habitantes de las ciudades de
África, de Norte a Sur y de Este a Oeste, este novísimo acompañante permite
abrir al menos una ventana, si no la puerta de par en par hacia las
oportunidades. Pero estas anécdotas pintorescas sólo nos cuentan una parte de
la compleja historia de las tremendas dificultades que enfrenta el continente a
comienzos del siglo XXI en relación con las TIC.
La expresión “el eslabón perdido”
alcanzó celebridad en los círculos de las telecomunicaciones con la
publicación, en los años 80, del Informe Maitland. Se refería, señalándolo
a la atención de todos, a la urgente necesidad de un esfuerzo coordinado para
superar la profunda disparidad en el número de líneas telefónicas fijas entre
los países desarrollados y en vías de desarrollo. Actualmente, casi veinte
años después de publicarse esta exhortación a la acción, una nueva
expresión, “colmar la brecha digital” ha comenzado a dominar nuestros
discursos. Desgraciadamente, señala otra separación entre los países
desarrollados y en desarrollo a medida que las telecomunicaciones se abren
nuevos caminos.
Objetivos

Cuatro aspectos prioritarios, la
voluntad política, las infraestructuras, el desarrollo de los recursos
humanos y el costo de los servicios, merecen una particular atención al
dar el impulso inicial a las TIC en África

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El Plan de Acción de Buenos Aires de
la Unión Internacional de Telecomunicaciones forma parte de los esfuerzos por
aumentar la teledensidad que subraya el informe El Eslabón Perdido. Cinco
líneas telefónicas cada 100 habitantes en las zonas urbanas y una línea
telefónica cada 10.000 habitantes en las zonas rurales, tales fueron los
objetivos establecidos para los países en desarrollo. Se ha alcanzado cierto
progreso; pero con un total de 35,3 millones de líneas telefónicas (fijas y
móviles) para 850 millones de personas, hoy el África está por debajo de los
requisitos.
El acceso a Internet y la adquisición
y utilización de teléfonos móviles constituyen dos tendencias que ofrecen una
respuesta a la campaña por la superación de la brecha digital en África. El
año pasado, el continente contaba con 15,5 millones de teléfonos móviles y
4,4 millones de usuarios de Internet. Aunque parezcan impresionantes, estas
cifras son literalmente pálidas si se comparan a escala mundial. Por ejemplo,
en África reside el 10% de la población mundial, pero sólo se registra
aproximadamente el 1% de usuarios de Internet. Si no nos planteáramos metas,
objetivos, tendríamos que resignarnos a la inacción.
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a las bases
El paisaje de las telecomunicaciones de
África en 2002 difiere en cierto modo de lo que era en los años 80, cuando se
publicó el Informe Maitland. El número de líneas telefónicas ha aumentado,
los monopolios gubernamentales de las telecomunicaciones de entonces han cedido
el paso en la mayoría de los países a muchas empresas del sector privado, se
han creado organismos nacionales de reglamentación y hoy Internet se abre al
público en general. Son éstos jalones importantes en el desarrollo y podemos
sentirnos satisfechos por ello. Pero junto con esta evolución positiva aparecen
varias tendencias preocupantes, de cuyo desenlace dependerá si África seguirá
en la situación que describe el Informe Maitland o conseguirá avanzar con el
resto del mundo.
Cuatro aspectos prioritarios, la
voluntad política, las infraestructuras, el desarrollo de los recursos humanos
y el costo de los servicios, merecen una particular atención al dar el impulso
inicial a las TIC en África.
La voluntad política y las
infraestructuras están en primer lugar en reconocimiento de la posición
central, que ocupan en todo el proceso. Las infraestructuras y el desarrollo de
los recursos humanos, constituyen los bloques fundamentales de construcción de
todo desarrollo en el sector de las TIC. La amplia gama de productos innovadores
que inundan hoy el mercado de las TIC, por más eficientes y promisorios que
sean, no entregarán todas sus posibilidades a los africanos si la base de
infraestructuras del continente no se desarrolla suficientemente.
Abundan los ejemplos de las diversas
maneras de cómo una infraestructura pobre ya retiene a los posibles usuarios en
África. Para la mayoría de los usuarios de teléfonos móviles en el mundo
desarrollado de hoy, recibir o hacer llamadas telefónicas ha pasado a ser una
función secundaria del aparato. Sustituye a la tarjeta de crédito y se está
convirtiendo rápidamente en el receptor directo de televisión, junto con otras
funciones.

En este caso, volver al principio de
las bases es una llamada para despertarnos y recordarnos que, sin
consagrar esfuerzos serios al desarrollo de las infraestructuras, el
sueño africano de una porción de pastel o de cielo se caerá como un
castillo de naipes
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La
gravedad de los contratiempos causados por una infraestructura insuficiente es
aún mayor si observamos atentamente los usos y aplicaciones de alto nivel. Dada
la insuficiencia de médicos y maestros en el continente, podríamos considerar
con razón que tanto la revolucionaria cirugía a distancia como una aplicación
más antigua, la enseñanza a distancia, son las fórmulas mágicas que
necesitan los países africanos. Pero semejante operación a distancia no se
dirigirá desde un teléfono celular; tampoco las clases dictadas a distancia se
pronunciarán en la calle.
En este caso, volver al principio de
las bases es una llamada para despertarnos y recordarnos que, sin consagrar
esfuerzos serios al desarrollo de las infraestructuras, el sueño africano de
una porción de pastel o de cielo se caerá como un castillo de naipes.
El tránsito de la era de líneas fijas
a las TIC aumenta enormemente las exigencias de desarrollo de los recursos
humanos, tanto desde el punto de vista de los usuarios como de los
profesionales. Si prácticamente no hace falta aprender cómo usar un teléfono
fijo, la manipulación de un teléfono móvil representa ya un verdadero
desafío, especialmente en África, donde los niveles de dominio tecnológico
son muy bajos. En Internet se puede hallar toda la información que hay en el
mundo, pero se necesita cierta capacidad de leer y escribir para operar y
manipular un aparato complejo con el fin de encontrar lo que uno está buscando.
Los incentivos nacionales para conservar a los expertos en TIC son primordiales.
La pérdida de personal especializado es hoy uno de los mayores problemas a que
se enfrenta África, y es particularmente agudo en el sector de las TIC. La
creación de un entorno que estimule el estudio entre los profesionales, su
deseo de experimentar y explotar sus capacidades al máximo es, por
consiguiente, de la mayor importancia. El trabajo agobiante y los obstáculos
políticos han llevado a algunos de los mejores profesionales de África a salir
a buscar terrenos más fértiles.
África está accediendo poco a poco a
las TIC gracias a grandes inversiones financieras, sobre todo de empresas
extranjeras. Existe no obstante el riesgo de confundir la situación de unas
pocas personas de éxito de las poblaciones urbanas de altos ingresos con una
situación típica. ¡Nada de eso! Los observadores perspicaces del sector de
las TIC en África ya están señalando lo que denominan “elitismo de las
altas tecnologías”, para referirse a un puñado de gente rica que tiene
acceso y utiliza cada vez más servicios, frente a la gran mayoría que no puede
permitirse siquiera el mínimo.
La culpa se reparte entre el alto costo
de los servicios y las enormes disparidades que separan a los usuarios dentro de
los países. La promesa de que la erosión de los precios restará importancia a
los costos, mientras se promueve la competencia con la ruptura de los monopolios
oficiales aún no es la realidad en muchos países. Por el contrario, los
precios de los servicios suben, forzando a algunos antiguos usuarios a
desconectarse. De persistir esta situación, muchos perderán la fe en las
reformas del sector orientadas al mercado que sostienen y promueven el Banco
Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La ola de privatizaciones registrada en
muchos países africanos se ha confundido en algunos casos con la “muerte del
Estado”. En el caso particular de África y a la luz de esta propuesta, sólo
se trata de redefinir las funciones. Desde la financiación de una
infraestructura hasta el desarrollo de los recursos humanos, el Estado deberá
desempeñar un papel muy importante para que el continente cambie sus destinos.
Aprender a definir su nuevo papel y explorar las formas de una mejor
interacción con los otros accionistas es la clave del éxito.

Para África, lo que está en juego
representa mucho y el resultado de la CMDT-02 será un verdadero papel
tornasol para probar la capacidad de la cooperación internacional de
definir y colmar la brecha digital
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Conclusión
En esta era orientada a los objetivos y
en un sector de rápido desarrollo como son las TIC, el balance del “eslabón
perdido” y su concepto afín, “colmar la brecha digital” es sombrío,
especialmente para África. Hay muy poco para mostrar en consonancia con la
retórica, pese a las grandes inversiones que se han introducido en el proceso.
Dividir las responsabilidades es la solución fácil cuando nos encontramos con
un fracaso en un entorno donde participan muchos actores. Una actitud más
difícil pero noble en semejante situación consiste en efectuar una evaluación
introspectiva, en que cada uno busque sus propios errores.
En esta coyuntura crítica es
imperativo que África avance por este doloroso camino en su búsqueda de un
mañana mejor. Al hacer su propia autoevaluación, los gobiernos africanos, las
organizaciones de telecomunicaciones y los empresarios, han de reconocer la
valiosa asistencia de la comunidad internacional.
Se debe hacer un balance de las
oportunidades desperdiciadas pero sobre todo es necesario cultivar y consolidar
algunas nuevas experiencias de cooperación que surgen en el continente junto
con la revolución de las TIC.
Diversas iniciativas comerciales de
base nacional y empresas conjuntas de algunos países africanos difícilmente
puedan compararse a las empresas multinacionales que invierten en el sector de
las TIC. Pero hay que darles una oportunidad de probar su capacidad, puesto que
nunca se han beneficiado siquiera de la duda. La UIT señala el camino al
incorporar ya en sus proyectos algunos de los aspectos de las telecomunicaciones
como la Nueva Asociación para el Desarrollo de África (NEPAD), un plan
elaborado por tres dirigentes africanos, el presidente Thabo Mbeki de la
República Sudafricana, el presidente Olusegun Obasanjo de Nigeria y el
presidente Abdoulaye Wade de Senegal.
Esta voluntad política y esta visión
son una fuerte señal que el resto de África debería seguir. Para África, lo
que está en juego representa mucho y el resultado de la CMDT-02 será un
verdadero papel tornasol para probar la capacidad de la cooperación
internacional de definir y colmar la brecha digital.
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