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El nuevo Eslabón Perdido: la brecha digital

La buena noticia es que se ha logrado mucho desde que la Comisión Mait-land publicó su famoso informe El Esla-bón Perdido. Medidas con indicadores convencionales, como la teledensidad o el porcentaje de viviendas con telé-fono, las disparidades se han redu-cido apreciablemente. Actualmente el número de conexiones telefónicas principales en África es más del doble del correspondiente a Tokio, y hoy en día el 85% de la población mun-dial comparte el 45% del total de las líneas telefónicas (véase la figura 1), en comparación con 1984 momento en el cual el 90% de la población mundial utilizaba sólo el 10% de todas las líneas telefónicas.

La mala noticia es que la disparidad entre los ricos y los pobres en materia de tecnología parece haberse acentuado, y aunque aún estamos colmando las lagunas del decenio de 1980, el auge de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) del decenio de 1990 corre el riesgo de cavar nuevas zanjas a nuestra espalda. En el informe Maitland no se previeron las dos grandes tenden-cias del mercado que han caracteri-zado al pasado decenio: el crecimiento de las comunicaciones móviles y el desarrollo de Internet. Sin embargo, las cifras demuestran que la situación no es tan mala como lo era hace 20 años. La figura 1 ilustra que el acceso a las TIC es asimétrico. El 85% de la población actual representa alrede-dor del 35% de los usuarios de servi-cios móviles y constituye sólo el 25% del total de usuarios de Internet en el mundo.

Hay importantes similitudes entre el eslabón perdido, en el que se describía la diferencia en cuanto al acceso a servicios telefónicos básicos entre los países en desarrollo e industrializados, y la brecha digital de hoy en día. La similitud más patente es que en ambos conceptos se reconoce una correlación directa entre el acceso a las telecomunicaciones, la riqueza económica y el desarrollo social.

Por otro lado, las tecnologías que han dado lugar a la brecha digital encierran mayores posibilidades que las que se promovían hace 20 años. La red Internet, más que cualquier otra herramienta tecnológica, podría permitir a los países en desarrollo dar pasos agigantados hacia la era de la información. Si la información es poder, entonces Internet debe ser la forma más fácil de potenciar a aquellos que han quedado tradicionalmente a la zaga. Internet abre la puerta a la educación-e y la sanidad-e, impor-tantes variables en la ecuación del desa-rrollo. El gobiernoe fomenta la transparencia y promete transformarse en un importante remedio para la corrup-ción. Es evidente que, aunque Internet no es una solución todopo-derosa, las esperanzas que el sector cifra en su potencial son elevadas. En el sitio web del PNUD, por ejemplo, se introduce el Informe sobre el Desa-rrollo Humano, 2001, con las siguien-tes palabras: "Las redes tecnológicas están transformando la configuración tradicional del desarrollo, ampliando los horizontes de la gente y creando el potencial necesario para plasmar en un decenio lo que en el pasado insumió varias generaciones". Las TIC también son rentables de otra manera. Los gastos en TIC, que incluyen los gastos en productos y servicios, equipos y salarios en la esfera de la informática y telecomunicaciones, contribuyen a la prosperidad y el desarrollo económicos. En la Unión Europea, por ejemplo, las tecnologías de la información representan el 5% del PIB total y el sector TI emplea a más de 4 millones de personas. Según las proyecciones, en 2004 el comer-cio electrónico de empresa a empresa en la Unión Europea ascenderá a 1 270 billones de USD y representará el 12,7% del PIB de la región

Educación, alfabetismo y lenguaje

El Eslabón Perdido es fundamental-mente un problema infraestructural, puesto que tiene que ver con el acceso a las líneas telefónicas. Las personas no necesitan una capacitación especial o cierto nivel de enseñanza para utilizar un teléfono; por lo tanto, una vez que se ha instalado la línea, el problema del eslabón perdido está resuelto.

Sin embargo, las tecnologías de hoy son mucho más complejas y exigentes, por lo cual la infraestructura es solamente una parte del problema. Incluso con una conexión de alta velocidad a Internet no puede garantizarse que las personas estén en condiciones de utilizar la red y es importante hacer una distinción entre el acceso y el uso. En otras palabras, la complejidad de Internet nos obliga a hacer una distin-ción entre barreras o factores cuanti-tativos y cualitativos.

Entre las barreras cuantitativas figura el PIB per cápita de un país, la infraestructura (que incluye las líneas telefónicas, los teléfonos móviles y los PC) y los costos de acceso a Internet. Estos son factores que se pueden identificar y cuantificar fácilmente.

Las barreras cualitativas, en cambio, son menos obvias puesto que no guardan una relación directa con el mercado de Internet y exigen un análisis más profundo de la cultura y la estructura social de un país. Puesto que el idioma, el coeficiente de alfabetiza-ción y las necesidades de contenido específico de los usuarios, como tales, son factores que no tienen nada que ver con el mercado de telecomunica-ciones, también es más fácil que esos factores pasen desapercibidos.

Asimismo podríamos decir que, mientras que los factores cuantitativos representan el lado de la oferta, los factores cualitativos nos hablan más de los usuarios, esto es, el lado de la demanda. Sabemos que la oferta y la demanda deben marchar, y tam-bién crecer, de la mano. Si deseamos aumentar el número de usuarios de Internet, debemos saber en dónde se encuentra el mayor potencial para su desarrollo. ¿Ese potencial se encuen-tra en los usuarios, pero se carece de infraestructura o el precio del acceso es demasiado elevado? ¿O deberíamos, antes bien, desarrollar la necesidad/ambición de utilizar Inter-net? Aunque es evidente que el analfa-betismo supone una barrera para el uso de Internet, a menudo no basta con ser capaz de leer y escribir. En el Asia sudoriental, por ejemplo, el nivel de penetración de Internet no se ajusta al nivel relativamente elevado de alfabetismo. No obstante, es inte-resante observar que la penetración de Internet es similar a la correspon-diente al periódico local. Esto indica que Internet es utilizada por personas con un nivel educativo que no es básico sino superior (véase la figura 2). Análogamente, los perfiles de usuario de Internet indican que el usuario medio habla más de un idioma (o su idioma materno es el inglés) y goza de un nivel relativamente elevado de educación.

El idioma es un factor muy impor-tante. Aunque cualquier persona que hable cualquier idioma puede utilizar un teléfono, el "multilingüismo" de Internet sigue siendo limitado. Lo que es sorprendente es el desglose de la utilización de Internet por idioma y el hecho de que las personas que no hablan inglés tienden a utilizar mucho menos la red. La figura 3 (diagrama de la izquierda) ilustra que casi la mitad de la población adulta de Singapur que habla inglés está conec-tada, en comparación con alrededor de una tercera parte de los que no hablan inglés. También es conveniente hablar más de un idioma. Alrededor del 55% de la población de Singapur que comprende inglés y chino está conectada, en comparación con el 38% de los que hablan chino o inglés, pero no ambos idiomas. Lo que es aún más notable, casi no existen usua-rios de Internet que hablen sólo chino o sólo malayo. El perfil de usuario de Internet tailandés

(figura 3) pone de relieve resul-tados similares. Si bien el idioma es y seguirá siendo una barrera en muchas partes del mundo, es probable que Internet llegue a estar dominada por unos pocos idiomas, no exclusiva-mente el inglés. Un país como China, por ejemplo, cuenta con más de 22 millones de usuarios de Internet y tiene un gran interés en desarrollar contenidos en idioma chino. EL NUA internet estudio efectuado en febrero de 2001 demostró que "los usuarios de Internet chinos tienden a ser de sexo masculino, de una edad entre 18 y 24 años y titulares de una licencia-tura". El mismo estudio indica que casi el 76% de esos usuarios tiene acceso a sitios web en idioma chino. Así pues, es probable que la línea divisoria se inscriba entre aquellos que recibieron educación y hablan inglés o uno de los otros idiomas representados en Internet y los que no figuran en esa categoría. Para aumentar la "interco-nectividad mundial" y propagar los beneficios de la revolución digital debemos reconocer que la brecha digital, además de ser un problema infraestructural, tiene que ver con la educación, el idioma y el conoci-miento. Se trata de una brecha tanto cognoscitiva como infraestructural.

 

 

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Actualizado el 2002-03-08